UNA REINA EN EL CASTILLO DE LAS CUEVAS
Doña
Urraca, hija de Alfonso VI, se convirtió en la primera mujer reina
de Castilla. Fue coronada en 1109 y reinó hasta 1126 año en el que
falleció a consecuencia de un parto, cosa muy habitual en aquella
época.
El
reinado de esta mujer fue turbulento, lleno de tensiones, luchas
intestinas, alianzas y pactos complicados y una oposición furibunda
por parte de un grupo de la nobleza.
Durante
su reinado la Reconquista se vio frenada por el empuje de los
Almorávides.
En
Las Cuevas de Velasco existe una tradición remota, según la cual,
la reina doña Urraca pernoctó una noche en el castillo de Las
Cuevas de Cañatazor, nombre antiguo del pueblo.
Carecemos
en esta leyenda de cualquier otra información que nos complemente
esta curiosa noticia. Pero el
hecho de que tal leyenda se haya mantenido tanto tiempo y siempre se haya dado
según la misma versión la hacen más creíble.
Y
sin embargo la historia no deja muy claro que fuera posible que la
reina viniera hasta Las Cuevas de Cañatazor a pernoctar.
Cuevas
de Cañatazor perteneció durante la Edad Media al alfoz o provincia
de Huete. En realidad todos estos pueblos del valle del río Mayor,
incluso Villar del Saz, correspondían a la Tierra de Huete. Y se
sabe que hacia 1093 el rey de Castilla y León, Alfonso VI recibió
la llamada “dote de Zaida” formada por una serie de poblaciones
con sus castillos, entre los que se encontraban los de Huete y su
territorio. Durante los años que median entre 1093 y 1108 estas
tierras de Huete y Cuenca, aunque en parte seguían habitadas en sus
principales núcleos por musulmanes, estaban bajo el dominio
cristiano.
A
lo largo de estos 15 años (1093-1108) doña Urraca pudo visitar
estos territorios, pero no como reina sino como infanta. En 1108 se
produjo la batalla de Uclés, tras la cual los cristianos perdieron no
solo la plaza de Uclés sino también los territorios de Huete y
Cuenca. Un año después era coronada reina doña Urraca. Y durante
su reinado, la Tierra de Huete, entre la que estaba el castillo de
Cañatazor, no perteneció a la reina de Castilla.
Pero
también es cierto que durante esa época las fronteras eran
imprecisas y cambiantes. Sabemos, por ejemplo, que Álvar Fáñez de
Minaya atacó varias veces Cuenca, y la tomó de forma efímera en
1111, medio siglo antes de su conquista definitiva. Uno o dos años después, el propio Álvar Fáñez, tomó la
ciudad de Santaver (Ercávica). Por lo tanto pudo haber un periodo
breve de dominio cristiano en Huete y su territorio durante el
reinado de doña Urraca. Futuras investigaciones aportarán sin duda
luz a estas cuestiones.
El
hecho de que se hable de que la reina pernoctó
hace
pensar que tan egregio personaje iba de camino y vino hasta el
castillo de Cañatazor bien porque era el más cercano para alojarse
durante la noche o bien porque era el más seguro del itinerario que
seguían la reina y la comitiva real.
El
valle del río Mayor fue frontera cristianomusulmana durante casi un
siglo y en ese periodo atravesaron estas tierras, capitanes, como
Álvar Fáñez de Minaya, ejércitos cristianos, espías y
observadores, un gran ejército musulmán formado por unos cien mil
hombres, con nueve campanas robadas en Huete, sus jeques, su
caballería, sus arqueros, sus enormes timbales de piel de
hipopótamo, con el famoso filósofo Averroes y el emir Abu Yacub
Yusuf a la cabeza. No es extraño que en este trajín de tropas y de
personajes también cruzase este valle la primera mujer que reinó en
Castilla, la
cual, por cierto, recibió el sobrenombre de La Temeraria.
En
cuanto a la existencia del castillo de Las Cuevas de Cañatazor no
queda la menor duda. El emplazamiento elegido para levantar la
fortaleza, sobre la atalaya que preside el curso alto del río Mayor,
cumplía bien las condiciones que se exigía a un baluarte medieval.
Su misión era la de reforzar la frontera. Contaba con un foso y, a
juzgar por los escasos restos que han sobrevivido, es seguro que se
trató de una construcción militar de segundo orden, levantada en
mampostería y con un interés estratégico pasajero. La pista
histórica sugiere que pudo ser el rey Alfonso VII quien ordenase la
construcción del castillo. Y de nuevo estamos a vueltas con la
historia y la leyenda, pues si el castillo se levantó en tiempos de
Alfonso VII no pudo doña Urraca pernoctar en él, salvo que antes
hubiese ya otro baluarte de origen musulmán. En este sentido existen otras fuentes, si bien menos consistentes, que citan a Mutarrif o a algún
musulmán del clan de los Beni Di-l-Nun, de Huete, como promotores
del castillo de las Cuevas de Cañatazor, en cuyo caso, durante el
reinado de doña Urraca sí habría existido este fortín, aunque
quedase en territorio enemigo.
Ante
tantos indicios históricos que se oponen con obstinación a la
posibilidad de que la reina doña Urraca se hospedase en el castillo
de Las Cuevas de Cañatazor, la leyenda se yergue impertérrita y,
ajena a todas estas especulaciones, se enseñorea de la memoria del
pueblo y cobra verismo. Y es que una noticia como ésta, sencilla y
desprovista por completo de la prosopopeya y de lo accesorio, invita
a ser creída.
Sobre
la Peña Redonda existe una repisa a modo de trono, excavada en la
roca, que llamamos Sillita de la Reina. Desde allí se observa la
hoja de abajo de la Vega como si se mirase el océano desde la proa
de un barco pétreo. Más curioso resulta todavía que las personas
mayores hablen de que antes de construirse el corral del Castillo ya
existían en aquellas rocas, que entonces eran de lo público y hoy
quedan dentro de los muros del cercado, varios posaderos donde han
jugado muchas generaciones de niños del pueblo. Pues bien, uno de
aquellos sitiales ya recibía también el nombre de Sillita de la
Reina. ¿Tendrá esto algo que ver con la supuesta visita de la
reina de Castilla?