FELICES
FIESTAS Y PRÓSPERO AÑO 2017
Chorizos y morcillas de la matanza de este año. |
Hoy
he probado las morcillas de la matanza y os aseguro que están
exquisitas. Valió la pena el viaje en el que, además de departir
con la gente, pudimos revivir la matanza, siguiendo los ritos de la
infancia. Fueron un par de días intensos en los que incluso tuve
tiempo de escaparme a los altos de Navalón a coger unos hongos. No
hay nada como los níscalos, fruto salvaje de la tierra, con su
aspecto carnoso y voluptuoso. De aroma y tonos inconfundibles, estas
deliciosas setas son un placer en cualquier mesa. En Las Cuevas se
aprecian sobremanera.
Allá,
por los años sesenta del siglo pasado, mi abuelo Pedro, que había
nacido cuando aún Cuba y Filipinas pertenecían a España, me llevó
un día al monte de Abajo y me enseñó a buscar hongos, a distinguir
los buenos de los malos y a no dejarme engañar por los falsos
montoncitos que en el tiempo de otoño surgen por cualquier rincón
del bosque.
Abuelo Pedro |
Ingredientes de las patatas con hongos. |
Leo
en la página de la Asociación de Vecinos que este año se convoca
la primera San Silvestre Covacha. Nos dicen que el recorrido será el
de la Procesión, es decir, por las calles La Iglesia, Atocha, La
Fuente, El Clavel, La Soledad, El Paraíso, El Calvario, Plaza,
Entreplaza… Es necesario recordar que en este pueblo hubo grandes
corredores de fondo que ganaron numerosos trofeos. Durante décadas
se desató en el pueblo una auténtica pasión por las carreras. Los
carreristas se preparaban por la noche o cuando había ocasión.
Recuerdo cómo salían aquellos atletas rústicos tragados por la
noche por la carretera del Villar y regresaban al cabo de una hora
exhaustos. No dejaba de resultar extraña la práctica de este
deporte en una pequeña sociedad rural de los años sesenta en la que
no había nada más allá del mundo del trabajo.
Deseamos
éxito a los organizadores de la I San Silvestre. La diversión está
asegurada.
Estas
fiestas de Navidad se han sobredimensionado por las numerosas
tradiciones importadas de otras culturas. Antes eran fiestas de
familia, sencillas y muy impregnadas por lo religioso. Uno recuerda
bien la Misa de Gallo, la adoración del Niño y la contemplación
del belén instalado cada año en la capilla de debajo del coro. Como
anécdota diré que un año, siendo yo monaguillo, en plena Misa de
Gallo, al llevar las vinajeras para la consagración, resulta que no
había ni gota de vino en ellas. Entonces, recurrimos a un escondrijo
que sólo el sacerdote conocía, en el que se encontraba un pequeño
reservorio de vino, pero nada, la botella también estaba vacía.
Hubo que detener la misa y cantar largos y anodinos himnos mientras
la madre del preboste se acercaba a la casa curato a traer el valioso
líquido.
Niño que se adora en la iglesia de Las Cuevas. |
En
aquel entonces, ya llegaban los turrones y los mazapanes, eso sí,
con pocas variedades en el mercado. Hoy hay miles de sabores y de
aspectos. Pero lo más genuino de las navidades de Cuevas eran las
rosquillas y los mantecados. No había casa que se preciase en la que
no se apañase una canastilla de rosquillas y otra de mantecados. Y
era costumbre ofrecerlos a todo aquel que pisaba la casa por estos
días, acompañados con una copita de anís, aguardiente, coñac...
Por supuesto que había otros dulces, pero estos son el emblema de la
repostería navideña de nuestro pueblo.
Mantecados al estilo de Las Cuevas. |
Os
deseamos a todos los que de una o de otra manera estáis vinculados
al pueblo unas felices fiestas y un próspero año 2017.