“LAS
TUMBAS DE LOS MOROS”, DE VILLAR DEL MAESTRE
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Las sepulturas son más profundas que en otros lugares. |
Es
una constante por todos estos pueblos de la Alcarria conquense
referirse a este tipo de enterramientos como “tumbas de los moros”,
aunque hoy sabemos que probablemente estas fosas excavadas en piedra
proceden de un periodo que va del siglo V al siglo IX d C. Y, a pesar
de que algunas de estas sepulturas podrían haberse realizado durante
la dominación musulmana, lo
cierto es que pertenecen a los cristianos. Los arqueólogos hablan de
tumbas “paleocristianas” o “tardorromanas”.
Las
necrópolis rupestres han pervivido hasta nuestros días, aunque
algunos
enterramientos están seriamente deteriorados por la intemperie, el
inexorable paso del tiempo y porque la roca arenisca, superficie
sobre la que están excavados estos sepulcros, se desintegra con
relativa facilidad.
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Hay hileras de piedras compatibles con muros de protección de la necrópolis. |
Otra
cuestión más peliaguda es encontrar los asentamientos donde
vivieron los pobladores para los que se abrieron esas fosas.
En
el bello pueblo de Villar del Maestre, al igual que en otros vecinos,
como Cuevas de Velasco, Castillejo del Romeral o La Ventosa, podemos
admirar este tipo de tumbas, llamadas “de bañera”, incluso
agrupadas, formando una necrópolis.
Aunque
existen algunas dispersas, el grupo más numeroso, alrededor de una
quincena, se encuentran en el paraje denominado El Regajo. Allí,
sobre una meseta pétrea
baja, La
Peña de los Moros,
que emerge en la vega, de forma perpendicular al río, pueden
observarse estas impresionantes fosas mortuorias.
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Las fosas se encuentran en rocas separadas por pasillos. |
Desconcierta,
claro está, el que no se haya hallado ni una sola intacta y que no
aparezcan ni restos óseos ni otros materiales de valor arqueológico
por los alrededores.
Los
peñascos sobre los que se encuentran excavadas las tumbas están
dispuestos formando entre ellos callejones y pasillos, como si de un
pequeño laberinto se tratase.
Las
fosas son más profundas que en los otros pueblos y se aprecian en
sus paredes interiores restos del encalado que por lo visto
practicaban en el rito funerario. También su disposición varía en
algunos casos, pues la orientación que suelen tener es: cabeza, al
oeste; pies, al este, si bien en Villar del Maestre, al aprovechar
las rocas aisladas,
puede haberse alterado el sentido Este en
algunos casos.
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Se aprecian diversos rebajes en la roca, en forma de aras de culto. |
Además
de las tumbas paleocristianas, se pueden observar una especie de ara
cultual y una serie de inscripciones. En realidad hay varios trabajos
antiguos en la roca, pudiendo ser compatibles con altares de ritos
antiguos. En cuanto a las inscripciones, hay que recordar que los
pastores, los enamorados y otras gentes solían dejar sus “mensajes”
para la posteridad grabados en las piedras. A falta de un estudio
minucioso conviene ser cautos.
Algo
que llama la atención es que las tumbas se concentran en el extremo
norte del peñasco que emerge en la vega, pero desde allí se
extiende un llano elevado hasta el pie del monte. Y justo en el punto
de unión con la ladera de la montaña se aprecian restos compatibles
con un muro, como si todo este espacio elevado, hubiera estado
protegido o fortificado.
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Hay curiosas inscripciones en las rocas de la necrópolis. |
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Vista de Villar del Maestre, con su iglesia. Al fondo, a la izquierda zona donde se encuentra la necrópolis. |
Como
digo, el problema es que ni en las tumbas ni fuera de ellas, ni a lo
largo de este espacio de unos 8000 m², se aprecian en superficie
restos que puedan orientarnos sobre aquellas gentes que enterraron a
sus muertos en el valle del río Mayor.
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Piedra tallada a modo de escalera. Posible lugar para la celebración de ritos religiosos. |
Sabemos
que la provincia de Cuenca es rica en yacimientos arqueológicos de
enorme importancia. Sabemos
que estos pequeños municipios no disponen de fondos para
excavaciones o para poner en valor su
patrimonio arqueológico. Pero
creemos que las autoridades en la materia deberían al menos
catalogar estos lugares y protegerlos de imprudencias, errores o
actos malintencionados que puedan dañar los
valiosos testimonios de nuestra historia.