LAS ENIGMÁTICAS TORRES DE LOS VILLARES
Una de las dos torres esculpidas en roca. |
Al no haber hallado ni una sola referencia histórica que mencione el despoblado de Los Villares de Cuevas de Velasco, debemos fijarnos en los materiales que se pueden encontrar en superficie por toda su extensión y, lo que es más productivo, en las estructuras ausentes.
Incluso así, la datación será estimativa y resultará poco menos que imposible dar una fecha concreta de fundación o abandono, salvo que en el futuro algún hallazgo epigráfico, documental o arqueológico arroje luz sobre esta cuestión.
De lo que no cabe la menor duda es de que en el lugar existió un poblado. Lo atestiguan no solamente el nombre de Villares, que suele darse a los villorrios abandonados, sino la cantidad de restos de construcciones que afloran a su superficie, especialmente piedras, trozos de tejas y una cantidad considerable de restos de vasijas cerámicas.
Sin embargo lo que más llama la atención del lugar es el peñasco, la Peña del Fraile, alrededor del cual se asentaba el poblado de Los Villares. En esta roca hay una cavidad practicada por el hombre que tiene forma de hornillo de yeso, de ahí que la gente de Cuevas se haya referido a ella como el horno de Los Villares.
El llamado horno de Los Villares fue seguramente un silo para guardar el grano o un aljibe. A pesar de que en algún momento de la historia se partió y se conserva apenas la mitad de la concavidad, podemos deducir que su capacidad alcanzaría los tres mil litros.
Al otro extremo del espolón, a 43 m del horno, se alzan dos construcciones gemelas parecidas a dos torres esculpidas en la roca. Desde luego ese es el aspecto que presentan, el de dos torres, sin embargo la idea de una construcción defensiva no cabe en nuestros pronósticos.
¿Qué significan esos dos cilindros enormes que cierran el espolón de la Peña del Fraile por el sur?
Si observamos bien el lugar, todo apunta a que la construcción de estos dos elementos quedó interrumpida bien por un derrumbe o bien por otra causa inesperada. Así, hoy podemos ver un cilindro de más de 1.5 m de altura por otro tanto de base, y a su lado otro medio derruido de semejantes dimensiones.
Pero la cuestión es si lo que pretendían aquellas gentes era construir dos depósitos y la roca se resquebrajó, de manera que tuvieron que abandonar y dejarlos inconclusos, o si lo que se proponían era justamente esculpir una torre cilíndrica.
Pensamos que la primera opción parece más probable. Depósitos, silos o aljibes solían estar presentes en los poblados antiguos. De hecho, en el mismo término de Cuevas, en Valdemarón, al lado de las sepulturas, hay un hueco globular excavado en la roca, menor que los de Los Villares, y otro de mayor capacidad, suponemos que todos con una utilidad muy parecida.
La cerámica esparcida por el lugar apunta a un poblamiento medieval. La cuestión es si pudo compaginar su existencia con el actual asentamiento de Cuevas de Velasco o si fue la ocupación musulmana y la posterior fundación del pueblo en el lugar que ocupa hoy los que precipitaron su abandono.
A pesar de que la superficie del poblado alcanzó unas dos hectáreas, debió tratase de un pequeño enclave con chozas dispersas levantadas con materiales pobres. Lo que sí es probable es que el lugar contase con un muro defensivo. No se explicaría de otro modo la gran concentración de piedras siguiendo el perímetro del despoblado.
Por los años 90 del siglo pasado se encontró la necrópolis de esta aldea. Se halla situada al sur, sobre un cerrillo plano en su parte más elevada. Unos surcos con vertedera dejaron al descubierto varios restos óseos, incluido algún cráneo completo.
Sin restos de iglesia o capilla, sin trazas de urbanismo, sin buen abastecimiento de agua (solo la poza de la fuente de las Casas, hoy seca, a 500 m y el río), sin un emplazamiento que facilitase la defensa, el asentamiento de Los Villares estaba abocado a su abandono y así sucedió.