EXCURSIÓN
A SOTOCA
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Vega de Sotoca con la fuente Romana junto a los chopos. |
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Panorámica de Sotoca. |
Sotoca tiene un pueblo homónimo en Guadalajara, como sucede con muchos de estos lugares que se repoblaron tras la Reconquista con contingentes humanos procedentes de tierras más al norte. Google asegura que Sotoca procede de soto, montecillo, dicho de modo despectivo, como quien dice.
Desde Cuevas de Velasco hasta Sotoca hay unos siete kilómetros en línea recta, pero la carreterita que nos conduce hasta allí, y que pasa por Villar del Saz, nos obliga a dar un rodeo de más de 12 km.
El pueblecito, que llegó a alcanzar más de 200 habitantes en sus tiempos de esplendor, hoy cuenta con algo más de una docena de almas, la mayor parte veraneantes. Y si nos atenemos al censo más reciente, la señora Antonia y Martín son los únicos que pueblan la localidad.
Sotoca se encuentra en un valle escondido en el último rincón de la vertiente atlántica de la sierra de Cabrejas. Al viajero le llama la atención la dispersión de las pocas casas que siguen en pie, menos de una veintena. Los otros elementos que destacan son el abundante arbolado, que proporciona al lugar un aire amable y sensación de frescor, los dos peñascos que franquean la aldea por el norte, el de El Palomar y El Peñón, y la pequeña iglesia con espadaña y dos vanos para campanas.
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Sotoca a vista de pájaro desde El Peñón. |
Nos recibe Maricruz, quien pasa estos días de la canícula con su madre en Sotoca. Madre e hija, se deshacen en atenciones hacia nosotros.
El recorrido turístico, si se me permite la expresión, comienza por una fuente situada a las afueras, la Fuente Romana. Se trata de una construcción antiquísima y de unas hechuras que recuerdan las características de la arquitectura romana: muros de sillería regular y bóveda de medio cañón. El tejado, a dos aguas, queda también conformado por grandes losas regulares y uniformemente alineadas. La fuente, cuya entrada queda protegida por un enrejado, continúa hoy recogiendo y almacenando el agua de un manantial.
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Detalle de la cubierta de la Fuente Romana |
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Frontal de la Fuente Romana |
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Depósito interior de la fuente. |
Entre
la Fuente Romana y el pueblo se alza una extraña construcción sobre
una loma que recuerda a un fortín. Maricruz hija nos aclara que se
trata del antiguo cementerio.
Atraen nuestra atención dos
añosas moreras plagadas de moras rojas y negras. Tomamos unas pocas
y su potente sabor nos recuerda a algunos de estos árboles, pocos,
que quedan por Cuevas y a los que solemos visitar cada año en
Valdecabrillas por San Lorenzo.
Como resultado del
derrumbe de casas por el abandono y la limpieza de solares, la plaza
del pueblo presenta un aspecto abierto y diáfano. En ella hay una
fuente moderna, con siluetas de don Quijote, Sancho y los molinos,
que pone el contrapunto a la Romana.
La señora Antonia
Ballesteros, uno de los dos habitantes fijos, se refiere con
nostalgia a los años en los que Sotoca era un pueblo con sus gentes
y sus tradiciones vivas. Luego nos explica cómo se las arreglan para
recoger el pan, para comprar las vituallas básicas y para otros
menesteres.
Visitamos la llamada Fuentecilla, situada bajo
El Peñón, de la parte que mira al pueblo. El agua es finísima.
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La Fuentecilla. |
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Pileta de la Fuentecilla. |
La iglesia de La Purísima, de una sola nave rectangular y espadaña, presenta una aspecto cuidado y aseado. Destaca el retablo mayor con la imagen del Cristo de la Misericordia, el púlpito de madera pintada sobre un pie exento y la pila bautismal, de una pieza de arenisca, aunque con algún arreglo.
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Portada de la iglesia de La Purísima. |
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Espadaña de la iglesia. |
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Pila bautismal de la iglesia de La Purísima. |
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Cueva excavada en roca. |
Al
norte del pueblo se alza la mole de El Peñón, célebre en los
pueblos de la comarca por alojar en su vertiente norte decenas de
cuevas-bodega que dieron fama al lugar. El vino de Sotoca siempre fue
muy estimado.
Las
cuevas, muchas de ellas excavadas en la roca arenisca, son de buena
factura y varias cuentan con la pileta-lagar y numerosos nichos con
sus tinajas. Un veraneante nos informa de que hace ya años vinieron
ladrones de tinajas y se llevaron cuantas quisieron, sobre todo de
las pequeñas, fácilmente transportables.
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Interior de una cueva de El Peñón. |
Sobre
El Peñón se aprecian restos de una antigua fortificación, quizás
un castillo que aparece nombrado en documentos antiguos. El foso de
dicha fortificación se conserva bien visible.
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Tajo en la roca compatible con el foso de un castillo.
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Desde
el peñasco se obtiene una amplia panorámica del valle, destacando
un enorme covacho en donde seguramente se refugiaron los primeros
habitantes del valle. Más tarde sirvió como palomar, de donde toma
el nombre actual, e, incluso, sirvió como cueva experimental para el
cultivo del champiñón.
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Sotoca y El Palomar vistos desde El Peñón.
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Nuestras
amables guías nos muestran después el viejo edificio de la escuela,
actualmente adaptado como bar de servicio libre. Luego nos enseñan
también la casa donde reposan estos días de agosto.
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Antigua escuela de Sotoca. |
Tras
departir un rato con el grupo de veraneantes, abandonamos el pueblo
con destino a Cuevas pasando al lado de la ermita de San Roque, el
otro santo por el que los sotoqueños muestran especial
predilección.
Eh
aquí un pueblo perfectamente representativo de la España
abandonada. Sotoca va camino de su desaparición. Hemos visto cómo
pueblos pequeños perdían sus últimos moradores y luego iniciaban
un periodo de decadencia definitiva hasta convertirse en solares. Ahí
está el caso de Villalbilla, el de Valdecabrillas o los de,
remontándonos a otro tiempo, Uterviejo o Caracena del Valle.
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Villalbilla, cerca de Sotoca. |
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Últimos restos en pie de Uterviejo, pueblo que se hallaba próximo a Caracenilla. |
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Ruinas en Valdecabrillas. |
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Restos de la iglesia de Caracena del Valle. |
Hoy
ya se ve como inevitable que la provincia de Cuenca perderá más de la
mitad de sus pueblos en unas décadas. ¿Alguien sabe cómo evitar
esta debacle?