miércoles, 18 de junio de 2025


          JUAN DE SALINAS, UN HIDALGO DE CUEVAS DE CAÑATAZOR


Encabezamiento y primeras líneas de la prueba de hidalguía.

Juan de Salinas vivía en Cuevas de Cañatazor allá por el año 1548. Cuando llegó el tiempo de pagar los impuestos —los pechos, como se decía entonces—, vinieron a incordiar a este hidalgo, el cual puso el grito en el cielo. ¿Desde cuándo un hidalgo pagaba pechos? ¿Cómo osaban dirigirse a él, hombre linajudo, para pedirle que aflojara los escudos o maravedís que le correspondía entregar para llenar las arcas reales y las de la ciudad de Huete?

Torreón de la antigua fortaleza de Huete.


El Consejo de Hombres Buenos del lugar de Las Cuevas de Cañatazor dictaminó que, puesto que no tenían referencias sólidas de quién era aquel tipo y de qué apellidos descendía, lo suyo era que pagase como los demás. El Consejo de Hombres Buenos cumplía con su obligación, por supuesto, pues si hubieran hecho caso de cualquier pelagatos que llegaba al lugar alegando hidalguía, apañados estarían, ya que muchos tiraban de falsos linajes y de genealogías emparentadas con tal conde o marqués, o con tal adelantado que había luchado junto al rey en arriesgadas expediciones. Así que el Consejo exigió a Juan de Salinas que aflojase la bolsa o, de lo contrario, se verían obligados a embargar sus bienes.

Juan de Salinas pataleó, pero viendo que se le venía encima el embargo o, peor aún, la nefasta visita del Alguacil Mayor con su gente, decidió poner un pleito al Consejo de Hombres Buenos del lugar de Las Cuevas de Cañatazor. Y todo ello a pesar de que un pleito de semejante envergadura le exigiría mucho empeño, mucho trabajo y no pocos dineros.

Página 5 vuelta del documento del pleito.


Comenzó Juan de Salinas por recabar testigos de todas las personas que podían avalarlo, de las cuales pocas o ninguna vivía en el lugar de Las Cuevas. Marchó a la villa de La Ventosa y allí reunió testimonios de quienes lo habían conocido siendo joven. Luego marchó a Huete e hizo lo mismo. De este modo, reunió un conjunto de testimonios tan abultado como abstruso. Y con todo ese bagaje de fes y juramentos, se presentó en la Real Chancillería de Granada, lugar donde se dirimían estos pleitos en aquellos tiempos.

El pleito, que incluye la exposición minuciosa de personajes que directa o indirectamente daban fe de que el tal Juan de Salinas era hidalgo, menciona, entre otros, a Alejo de Sandoval, dueño de la villa de La Ventosa; a Melendo Suárez; a Lope Vásquez de Figueroa; a doña María de Pisa, todos ellos personajes de alcurnia contrastada. También cita las fortalezas de Huete y de La Ventosa. Y todas estas menciones vienen a insistir una y otra vez, como si de un mantra nobiliario se tratase, en que ellos y los vecinos de la villa y ciudad citadas reconocían a Juan de Salinas por hidalgo, y que por serlo ni pechaba en ningún pecho ni en derramas reales.

Lope Vásquez de Acuña uno de los próceres citados en el pleito


El pleito es amplio, pues ocupa nada menos que 72 páginas, en las cuales los escribanos de la Real Chancillería de Granada van desgranando, mediante vericuetos legales y enredos de la razón, un texto que pretende vestir a nuestro buen Juan de Salinas con la capa y el blasón del más rancio hidalgo que pariera Castilla.

Vestigio de la antigua fortaleza de La Ventosa.

El hidalgo no pagaba impuestos, no estaba sometido a la justicia ordinaria, sino a jueces especiales, tenía derecho a llevar armas y acceso prioritario a cargos municipales y militares. El título de hidalgo otorgaba al individuo que lo poseyera una preeminencia social que se le mostraba en actos y ceremonias. También podía ir a caballo dentro de la villa o del lugar, e igualmente podía colocar su escudo o blasón en la fachada de su casa como símbolo de su estatus o linaje.

Huelga decir que Juan de Salinas ganó el pleito de hidalguía, o, en lenguaje de su época, probó su hidalguía.

Por supuesto que el texto se atiene a lo estrictamente judicial, pero contiene datos valiosísimos para la historia de nuestro pueblo. En su momento los iremos conociendo. Dejo esto como avance de esta noticia excepcional.

martes, 3 de junio de 2025

 

              EL RETABLO MAYOR, OBRA DE JOSÉ MARTÍN DE ALDEHUELA


Iglesia de Cuevas de Velasco. Retablos del Santo Cristo, Mayor y Virgen del Rosario.



Hasta ahora nadie había atinado a decir con certeza qué maestro labró el retablo del altar mayor de la iglesia de Cuevas de Velasco. Es verdad que algún entendido aventuró, por los parecidos con otros retablos, que esta obra recordaba a los trabajos de Martín de Aldehuela, pero lo cierto es que ni en los libros ni siquiera en el informe para la declaración de la iglesia como Bien de Interés Cultural se menciona autoría alguna.

Es seguro que hubo anteriormente al menos otro altar mayor, sobre el cual poseemos noticias dispersas y muy parciales, pero fue ya en el siglo XVIII cuando el pueblo se propuso dotar a esta singular iglesia de un retablo mayor que estuviera a la altura de la magnífica nave que la caracteriza.

La tesis doctoral de José Luis García Martínez(1) viene a arrojar luz sobre algunos pormenores de la contratación y de los costos de dicho retablo mayor. Pero lo realmente interesante es que apunta claramente a un autor, que no es otro que el famoso arquitecto y escultor José Martín de Aldehuela.

En realidad, José Luis García Martínez llega a esa conclusión tras estudiar con detenimiento los apuntes registrados en el libro de fábrica de esta iglesia de Cuevas. Según esos datos, parece que el retablo de la iglesia de la Asunción, se realizó en Cuenca capital, todo según los acuerdos del maestro mayor, a la sazón Martín de Aldehuela. Una vez terminado el retablo, se establecen las condiciones para trasladarse el propio maestro y su familia a la villa de Las Cuevas, junto con todas las piezas del retablo. También se acuerdan los sueldos del maestro, de los acemileros y otros detalles.

Es de suponer que el maestro acudiría con operarios de su taller y que montarían este altar en unas semanas. Luego vendría la tarea del dorado y la policromía que bien pudo haber precisado, dadas las dimensiones de la obra, hasta dos o tres meses más.

Estos maestros solían trabajar en varias realizaciones al mismo tiempo. Ellos iban marcando la pauta y realizando los trabajos más finos, mientras que los aprendices se empleaban en labores menos delicadas.

La huella del maestro Martín de Aldehuela está patente en cada detalle de este retablo de la Asunción. Además, puede considerarse esta obra como una avanzada del nuevo barroco del último tercio del siglo XVIII en estas tierras de Cuenca. En esta nueva etapa del barroco, se deja atrás la profusión de rocallas, mientras comienzan a imponerse motivos decorativos, como guirnaldas florales y figuras de angelotes ( En el retablo mayor de Cuevas hemos contado hasta cuarenta querubines). Los tradicionales fondos dorados ceden protagonismo a elementos arquitectónicos más sobrios, como las columnas marmolizadas en tonos verdosos, que aportan una sensación de riqueza más contenida. El dorado apenas se conserva en algunos marcos, en los capiteles de las columnas y en guirnaldas y rayos luminosos.

El retablo mayor de la iglesia de Cuevas de Velasco muestra influencias del barroco italiano, que seguramente conoció Aldehuela a través de libros y a través de la obra de Ventura Rodríguez con quien coincidió y trabajó en la catedral de Cuenca.

Que el retablo Mayor de nuestra iglesia sea obra de José Martín de Aldehuela no es asunto menor. Aldehuela, nacido en Manzanera, provincia de Teruel, trabajó en Cuenca desde la mitad del siglo XVIII hasta 1778, aunque todavía siguió atendiendo trabajos pendientes en Cuenca después de ser reclamado por el Obispo de Málaga, Lario, paisano suyo.

En Cuenca realizó numerosas obras: la Iglesia de San Felipe Neri, donde se canta el Miserere en Semana Santa; la fachada de los Paúles, en el edificio que hoy es Parador Nacional; el altar de la Virgen del Pilar, en la Catedral; el retablo de la iglesia de La Merced, en Huete y un sinnúmero de actuaciones, sobre todo en la catedral de Cuenca, que culminaron, ya en tierras andaluzas, con una obra que le ha dado fama mundial: el Puente Nuevo del Tajo de Ronda.

A continuación, propondré varios de los trabajos realizados por José Martín de Aldehuela para que podamos compararlos con el retablo mayor de la iglesia de Cuevas de Velasco. Siguiendo el orden en que están:

  • Altar de la Virgen del Pilar (1769-1771), Catedral de Cuenca.

  • Retablo de Santa Rosa y San Antonio (1772), Catedral de Cuenca.

  • Retablo de Santa María del Alba (1772), Catedral de Cuenca.

  • Retablo de San Agustín (1798), Málaga.


                                                                        







    

(1) La tesis doctoral de José Luis García Martínez se titula  Arquitectura Barroca en Huete y su Tierra. Puede consultarse este asunto en https://ruidera.uclm.es/items/58ada22b-3a51-46a5-b53c-9e7d3f7037cd   , en las págs. 461 y 462.