LA GARBANZÁ
La garbanzá o potaje de garbanzos alimenta a las gentes de Cuevas de Velasco desde hace mucho tiempo. El guiso por excelencia solía trabajarse con bacalao, pero también se echaba mano del chorizo y de otras viandas. Y tampoco era rara una buena olla de garbanzos sin carnes ni bacalao.
Los garbanzos se producían antiguamente en el pueblo. Era rara la casa que no tenía un garbanzal para cubrir las necesidades de la familia. Hay que recordar que otro de los guisos principales que requiere los garbanzos es el cocido.
En cuanto al bacalao, como se sabe, era uno de los pocos pescados que llegaban a los pueblos del interior. El bacalao en salazón era muy socorrido y su precio resultaba, comparativamente hablando, muy inferior al que tiene hoy.
En definitiva, se trata de un guiso de importancia, con muchas variantes, pues se completaba con lo que había más a mano.
El potaje que presentamos aquí es, en esencia, muy semejante a aquel que que se arreglaba en las cocinas del pueblo hasta hace medio siglo. Sin embargo, nos permitiremos alguna licencia para redondear este plato que no puede faltar en ninguna casa que se precie de comer bien.
INGREDIENTES
Garbanzos, en remojo desde el día anterior.
Bacalao, en remojo desde el día anterior.
Cebolla.
Ajo.
Laurel.
Pimentón dulce.
Espinacas.
Huevos.
Aceite.
Azafrán.
Sal.
Pan rallado.
Perejil.
Opcional: gambas, 1 tomate, 1 zanahoria, 1 patata...
PREPARACIÓN
Ponemos una olla con agua al fuego y vertemos en ella los garbanzos. Puñado y medio por persona será suficiente. Junto a los garbanzos se pueden poner una o dos hojitas de laurel y un diente de ajo. Salar muy ligeramente.
Preparamos el sofrito y para ello ponemos al fuego una sartén con aceite de oliva. Picamos finamente la cebolla y laminamos el ajo. Podemos añadir también una o dos cucharadas de tomate rallado.
Cuando la cebolla y el ajo se ablanden y comiencen a transparentarse añadiremos una cucharadita de pimentón dulce. Si el aceite está muy caliente conviene apartar la sartén para evitar que se queme.
Si damos previamente un hervor a las espinacas, las podemos incorporar al sofrito, o bien ponerlas junto a este en la olla.
Cuando la cocción de los garbanzos vaya ya adelantada verteremos en la olla el sofrito y las espinacas.
El bacalao lo incorporaremos en la última parte de la cocción y debe hervir lentamente para que no se deshaga.
Rectificamos de sal, si es necesario, y ponemos un poco de azafrán.
Para enriquecer el guiso podemos picarle en los últimos minutos uno o dos huevos cocidos.
También había quien añadía una exquisitez: unas albóndigas pequeñas que se arreglaban con un poco de bacalao desmigado que se reservaba, pan rallado, un diente de ajo picado, perejil y un huevo. Aquí hemos añadido unas gambas.
¡Que aproveche!
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