jueves, 28 de julio de 2016


                         UNA REINA EN EL CASTILLO DE LAS CUEVAS




Doña Urraca, hija de Alfonso VI, se convirtió en la primera mujer reina de Castilla. Fue coronada en 1109 y reinó hasta 1126 año en el que falleció a consecuencia de un parto, cosa muy habitual en aquella época.

El reinado de esta mujer fue turbulento, lleno de tensiones, luchas intestinas, alianzas y pactos complicados y una oposición furibunda por parte de un grupo de la nobleza.

Durante su reinado la Reconquista se vio frenada por el empuje de los Almorávides.

En Las Cuevas de Velasco existe una tradición remota, según la cual, la reina doña Urraca pernoctó una noche en el castillo de Las Cuevas de Cañatazor, nombre antiguo del pueblo.

Carecemos en esta leyenda de cualquier otra información que nos complemente esta curiosa noticia. Pero el hecho de que tal leyenda se haya mantenido tanto tiempo y siempre se haya dado según la misma versión la hacen más creíble.

Y sin embargo la historia no deja muy claro que fuera posible que la reina viniera hasta Las Cuevas de Cañatazor a pernoctar.

Cuevas de Cañatazor perteneció durante la Edad Media al alfoz o provincia de Huete. En realidad todos estos pueblos del valle del río Mayor, incluso Villar del Saz, correspondían a la Tierra de Huete. Y se sabe que hacia 1093 el rey de Castilla y León, Alfonso VI recibió la llamada “dote de Zaida” formada por una serie de poblaciones con sus castillos, entre los que se encontraban los de Huete y su territorio. Durante los años que median entre 1093 y 1108 estas tierras de Huete y Cuenca, aunque en parte seguían habitadas en sus principales núcleos por musulmanes, estaban bajo el dominio cristiano.

A lo largo de estos 15 años (1093-1108) doña Urraca pudo visitar estos territorios, pero no como reina sino como infanta. En 1108 se produjo la batalla de Uclés, tras la cual los cristianos perdieron no solo la plaza de Uclés sino también los territorios de Huete y Cuenca. Un año después era coronada reina doña Urraca. Y durante su reinado, la Tierra de Huete, entre la que estaba el castillo de Cañatazor, no perteneció a la reina de Castilla.

Pero también es cierto que durante esa época las fronteras eran imprecisas y cambiantes. Sabemos, por ejemplo, que Álvar Fáñez de Minaya atacó varias veces Cuenca, y la tomó de forma efímera en 1111, medio siglo antes de su conquista definitiva. Uno o dos años después, el propio Álvar Fáñez, tomó la ciudad de Santaver (Ercávica). Por lo tanto pudo haber un periodo breve de dominio cristiano en Huete y su territorio durante el reinado de doña Urraca. Futuras investigaciones aportarán sin duda luz a estas cuestiones.

El hecho de que se hable de que la reina pernoctó hace pensar que tan egregio personaje iba de camino y vino hasta el castillo de Cañatazor bien porque era el más cercano para alojarse durante la noche o bien porque era el más seguro del itinerario que seguían la reina y la comitiva real.

El valle del río Mayor fue frontera cristianomusulmana durante casi un siglo y en ese periodo atravesaron estas tierras, capitanes, como Álvar Fáñez de Minaya, ejércitos cristianos, espías y observadores, un gran ejército musulmán formado por unos cien mil hombres, con nueve campanas robadas en Huete, sus jeques, su caballería, sus arqueros, sus enormes timbales de piel de hipopótamo, con el famoso filósofo Averroes y el emir Abu Yacub Yusuf a la cabeza. No es extraño que en este trajín de tropas y de personajes también cruzase este valle la primera mujer que reinó en Castilla, la cual, por cierto, recibió el sobrenombre de La Temeraria.



En cuanto a la existencia del castillo de Las Cuevas de Cañatazor no queda la menor duda. El emplazamiento elegido para levantar la fortaleza, sobre la atalaya que preside el curso alto del río Mayor, cumplía bien las condiciones que se exigía a un baluarte medieval. Su misión era la de reforzar la frontera. Contaba con un foso y, a juzgar por los escasos restos que han sobrevivido, es seguro que se trató de una construcción militar de segundo orden, levantada en mampostería y con un interés estratégico pasajero. La pista histórica sugiere que pudo ser el rey Alfonso VII quien ordenase la construcción del castillo. Y de nuevo estamos a vueltas con la historia y la leyenda, pues si el castillo se levantó en tiempos de Alfonso VII no pudo doña Urraca pernoctar en él, salvo que antes hubiese ya otro baluarte de origen musulmán. En este sentido existen otras fuentes, si bien menos consistentes,  que citan a Mutarrif o a algún musulmán del clan de los Beni Di-l-Nun, de Huete, como promotores del castillo de las Cuevas de Cañatazor, en cuyo caso, durante el reinado de doña Urraca sí habría existido este fortín, aunque quedase en territorio enemigo.

Ante tantos indicios históricos que se oponen con obstinación a la posibilidad de que la reina doña Urraca se hospedase en el castillo de Las Cuevas de Cañatazor, la leyenda se yergue impertérrita y, ajena a todas estas especulaciones, se enseñorea de la memoria del pueblo y cobra verismo. Y es que una noticia como ésta, sencilla y desprovista por completo de la prosopopeya y de lo accesorio, invita a ser creída.

Sobre la Peña Redonda existe una repisa a modo de trono, excavada en la roca, que llamamos Sillita de la Reina. Desde allí se observa la hoja de abajo de la Vega como si se mirase el océano desde la proa de un barco pétreo. Más curioso resulta todavía que las personas mayores hablen de que antes de construirse el corral del Castillo ya existían en aquellas rocas, que entonces eran de lo público y hoy quedan dentro de los muros del cercado, varios posaderos donde han jugado muchas generaciones de niños del pueblo. Pues bien, uno de aquellos sitiales ya recibía también el nombre de Sillita de la Reina. ¿Tendrá esto algo que ver con la supuesta visita de la reina de Castilla?

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