viernes, 18 de mayo de 2018


                       LAS   CHOZAS   DE   LAS   ERAS 


Hoy día, viendo las eras tan vacías y tan abandonadas, a los más jóvenes les resultará difícil imaginar el trajín y las tareas que ahí se desplegaban hace solo medio siglo al llegar el verano. 

El cereal segado en los campos, se acarreaba a lomos de mulas y burros, o bien en carros y galeras, hasta las eras. Allí se hacinaban los haces de trigo, cebada, centeno y avena. Estos haces se desataban y se esparcían formando parvas sobre las que la trilla, tirada por caballerías, o los ruidosos trillos, daban vueltas y vueltas para ir desgranando las espigas y triturando los tallos. Una vez recogidas las parvas en montones, se usaban máquinas manuales de aventar para separar el grano de la paja. Y, finalmente, el grano era envasado y llevado a las cámaras y la paja era transportada a los pajares para servir de forraje y cama a los animales. 


Toda esta actividad convertía a las eras en lugares muy animados durante un par de meses al año. Allí se congregaban los acarreadores, los trilladores, los aventadores, los que iban y venían transportando el grano y la paja… Las eras eran un hervidero de gente cuando la recolección estaba en todo su apogeo. 

Para realizar todas estas tareas había un instrumental específico, de tal manera que los haces se manejaban con las horcas, la parva se extendía también con horcas y horquillos. Se trillaba, como hemos dicho con trillos y trillas, a los cuales se les incorporaban unos ganchos para volver la parva. Se recogía la parva con los rastros y las rastras. Se usaban palas; máquinas de aventar, que tenían cribas distintas y recibían engrase con las alcuzas; escobas amargas, para barrer; rastrillos, sacos, botijos y botijas, cuerdas, arreos, tiros... Y todo este material solía guardarse en unas chozas, de las cuales aún puede verse alguna construcción en pie. Hubo muchas más y también es cierto que mucha gente no podía permitirse el tener una choza y guardaba todos los utensilios de la era en sus tinadas del pueblo. 





Pero llegó el tiempo de las máquinas, los grandes tractores, las cosechadoras…, y tanto las eras, usadas durante milenios por el hombre, como las chozas o casetas en las que se guardaban las herramientas y apichusques, dejaron de tener utilidad. Las primeras, ahí están, vestigio de aquel pasado de afanes hoy casi olvidados, mientras que las segundas van cayendo por el paso del tiempo. De algunas de estas casetas quedan solo ruinas: un muro dubitativo, dos paredes a escuadra que parece que se apoyen una en la otra antes de desmoronarse, un montón de piedras... Otras aún nos permiten imaginar cómo eran aquellas construcciones. Algunas incluso siguen custodiando aquellos viejos enseres que hoy no son sino chatarra y recuerdos de otro tiempo. 


Las chozas de las eras de Cuevas de Velasco son construcciones sencillas con planta rectangular y puerta doble, generalmente, abierta en uno de los lados estrechos. Los muros son de mampostería de piedra y yeso. Tres vigas, una en la cumbrera y dos más, equidistantes y paralelas, sujetan el tejado, a dos aguas, tradicional de costeros o juma y teja romana. No suelen tener ventanas. 

Como venimos insistiendo en este blog, los pueblos nobles conservan sus reliquias, guardan celosos aquellos vestigios de su pasado, miman los restos capaces de evocar otros tiempos y otros modos de vivir. Así que, sería bueno que se pensase en salvar estas pocas chozas que quedan en pie antes de que sea tarde. Quizá habría que ayudar a los dueños a restaurarlas y conservarlas. Aunque lo ideal sería darles alguna utilidad. 





Recordamos que este pueblo tuvo no menos de cuatro o cinco ermitas, de las cuales hoy solo quedan los tristes muros de la última de ellas esperando el momento de venirse abajo. ¿Sucederá lo mismo con las chozas de las eras?

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