LOS COVACHOS DE VALAMELGO
FUERON CONSTRUIDOS POR MONJES.
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Se intentó entender las cuevas de muchas maneras, pero ninguna logró descifrar el misterio, hasta ahora. |
Hacia la mitad del siglo VI d. C. llegó a las tierras de la Alcarria conquense fray Donato, un monje que venía huyendo desde el norte de África perseguido por los vándalos arrianos. Se estableció en la antigua ciudad romana de Ercávica, situada cerca de Cañaveruelas, a unos 35 km de Cuevas de Velasco. Venían con él 70 monjes y traían un valioso botín de manuscritos.
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Puerta de unos de los habitáculos. La regularidad de su ejecución hace suponer que en esa habitación se alojaba alguien importante, ¿quizás el abad de la comunidad? |
Donato creó una comunidad monacal a las afueras de la ciudad de Ercávica. Hoy se conservan, excavados en roca, los lugares de reunión y de culto que construyeron durante los primeros seis años. Pero hacia el año 571, Donato, el Africano, ayudado por una mujer noble llamada Minicea, fundó, a unos dos kilómetros de distancia del primer asentamiento, el monasterio Servitano. Este monasterio fue uno de los primeros en adoptar una regla y hoy se le reconoce una influencia notable en la sociedad visigoda de su tiempo.
La llegada de Donato a la Alcarria desató una oleada de seguidores del eremita por toda la comarca. Su vida ejemplar y su práctica del monacato primitivo heredada de los llamados Padres del Desierto despertaba verdadera admiración. El propio Ildefonso de Toledo lo propuso como varón ilustre en su obra De viris illustribus, siendo el único no obispo de la relación de varones notables.
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Todos los espacios están comunicados. Quizás bajo esa capa de polvo de siglos se oculten vestigios de aquel tiempo de rezos y vida ascética. |
Los primeros eremitas eran individuos que se retiraban al desierto para vivir en soledad, apartados de la sociedad, buscando la vida contemplativa y ascética. Los continuadores de aquella tendencia adoptaron en nuestra tierra un modus vivendi semejante. A veces solos y en ocasiones formando pequeños eremitorios, se apartaban para dedicarse a una vida de austeridad, silencio, oración y trabajo. Vivían en chozas y oquedades naturales, aunque muchas veces construían ellos mismos sus habitáculos.
Muchos pueblos de nuestro entorno cuentan con cuevas excavadas en las rocas areniscas tan abundantes por esta tierra. Podemos encontrar este tipo de cenobios primitivos en lugares como: Huete, Villanueva de Guadamejud, Moncalvillo de Huete, La Ventosa, Villar de Domingo García, Castejón y muchos otros lugares, la lista es interminable.
En cada lugar estos habitáculos para la vida de meditación y oración de los eremitas adopta unas formas específicas. En el caso de Cuevas de Velasco lo más llamativo es la altura a la que se encuentran estos eremitorios. No es posible el acceso a ellos sin escaleras, escalas o algún otro útil, como cuerdas de rápel.
Hemos detectado la existencia de estas cuevas, talladas por el hombre, en tres lugares: La Peña del Aguililla, Valamelgo y El Perdigón, cerca de la Peña Ahumada. En el primer caso hay una sola estancia, amplia, dividida en varios habitáculos por muretes de poca altura. En los otros dos casos podemos ver varios habitáculos que se comunican entre sí y que dan a alcobas más profundas. Se ven peanas, nichos y hornacinas, unas veces compatibles con alacenas o repisas, mientras que en otros casos se supone que servían para exponer imágenes o bien objetos de culto. También vemos espacios amplios destinados a acoger en ciertos momentos las ceremonias del grupo.
La vida eremita había surgido en el Imperio Romano como reacción ascética frente al progresivo acomodo y materialismo de la práctica cristiana tras el Edicto de Milán (313). Donato y Eutropio, su sucesor en el monasterio Servitano, así como todos los eremitas que trataban de emularlos por nuestra región representan una etapa de transición entre los primitivos anacoretas y los monasterios ya regidos por reglas.
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Enigmáticas cavidades cuya utilidad resulta complicado determinar. Podría tratarse de una alcoba y nichos o alacenas. |
Donato murió en olor de santidad. Dicen las crónicas que fue enterrado en una cripta sepulcral a la que acudían las gentes para venerar su memoria y solicitar intercesión para sus problemas. El monasterio Servitano fue arrasado a mitad del siglo IX, cuando las tensiones con los invasores musulmanes se hacían insoportables. El último obispo de Ercávica (recordemos que en aquel tiempo la actual provincia de Cuenca contaba con tres obispados: Valeria, Ercávica y Segóbriga) se llamaba Sebastián y huyó hacia el norte, donde fue nombrado obispo de Orense en 866.
Si admitimos que estas cuevas fueron excavadas por eremitas en los siglos V al VIII, hay que replantearse la relación de estos primitivos grupos de monjes con las sepulturas rupestres de la Vega de Cuevas de Velasco, coetáneas a los eremitorios. Un vínculo que abre un horizonte apasionante y que abordaremos en un próximo artículo.
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