martes, 15 de julio de 2025
Canciones de Cuevas
CANCIONES DE CUEVAS DE VELASCO
Cuevas de Velasco atesora un cancionero interesantísimo. Desde canciones infantiles de corro y de otros juegos, pasando por canciones de ronda, de las tareas del campo, para echar a suertes, romances, tonadas del folclore tradicional, danzas y jotas, etc. Hay que preservar especialmente todo lo que es genuino y propio de aquí, pero también las demás canciones porque suelen tener en cada pueblo sus peculiaridades.
Hoy os presento cinco temas: dos canciones de juegos infantiles, una canción de ronda y dos canciones de tema navideño.
INSTRUMENTOS. Guitarra, acordeón diatónico, teclado, flauta dulce, chinchines, pandero, caja china, pandereta, cántara con alpargata, botella de anís, tabla de lavar, pitos, castañuelas, maracas…
VOCES. Familia Urbanos Martínez
ARREGLOS. David Urbanos Martínez
1. ALLÁ, EN LA HABANA. Es una canción que solía cantarse saltando a la cuerda, juego que era practicado más por las niñas que por los niños. En realidad creo que las niñas, ahora mamás o abuelas, son las personas que atesoran más saber del folclore del pueblo.
2. A TAPAR LAS CALLES. Niños y niñas se cogían de la mano y tapaban materialmente la calle para que no pasara nadie. Eran tiempos en que había que aguzar el ingenio para divertirse. La idea de cortar una calle cantando suponía una auténtica diversión para la chiquillería. En ocasiones, una señora o un hombre que venía con su burro se veían obligados a dar un rodeo.
3. AL NIÑO SAGRADO. Resulta que la iglesia de Cuevas cuenta con un repertorio propio amplio y sorprendente. Algunos de los temas que tratamos de rescatar están ya perdidos en España. Solo se conservan en la memoria de unas pocas personas. Este villancico y su letra recuerdan a la poesía del Siglo de Oro. Tiene su origen en el siglo XVI. Apareció en el libro Jardín Espiritual, de fray Pedro de Padilla, en el año 1585.
4. YA NO VA EL CURA A MAITINES. Pertenece a las llamadas canciones acumulativas. Son temas en los que se van sumando elementos. Se usaban como canciones didácticas para niños y se interpretaban generalmente en familia. En Cuevas es un tema tradicional que se canta en las fiestas de Navidad, cuando toda la familia está reunida.
5. LOS CHOPOS DE LA ALAMEDA. Es una de las canciones de ronda que más identifican a la gente de Cuevas. Probablemente procede del folclore leonés. Aquí ha calado en el alma de la gente. Recuerdo de niño verla cantar y bailar a los mozos y mozas en la plaza con el soniquete añadido de PAPACHÍN PAPACHÍN. Era emocionante.
jueves, 10 de julio de 2025
EL MISTERIO DE LAS ÁNIMAS QUE ESPERAN
Hay en la iglesia de Cuevas de Velasco un cuadro enigmático. La gente lo conoce como El cuadro de las Ánimas, aunque también lo han calificado en alguna ocasión como Los Frutos de la Misa.
Quien se sitúe ante este cuadro y espere unos instantes, mientras las pupilas se adaptan a la penumbra, comenzará a ver personajes acá y allá, arriba y abajo. En total, más de 52 figuras pueblan el lienzo. Uno no sabe bien dónde poner la vista, pero el ojo, por su cuenta, se enfoca hacia las llamas. El sufrimiento ejerce una extraña fascinación sobre el espectador. Esas criaturas, abrasándose en las llamas del purgatorio, mueven a la compasión y desatan el temor de los mortales. Pero vayamos por partes.
En la parte superior central está Jesucristo sobre una gran cuba que no es otra cosa que el llamado Lagar Místico. Jesús derrama su sangre por las llagas de pies, manos y costado sobre la uva cuyo prensado da el vino que, a su vez, se convierte en la sangre de Cristo en la misa. Sabemos, creyentes o no, que este es uno de los grandes misterios de nuestra religión.
A la parte izquierda se representa a la Virgen del Carmen, con el Niño en brazos, mientras ofrece escapularios a las almas purgantes. Las ánimas alzan los brazos en busca de uno de esos pasaportes para la salvación, para ascender a la gloria.
A la derecha, posado sobre una nube, como la Virgen, vemos a santo Domingo de Guzmán con el tradicional hábito blanco y la capa negra de los dominicos. A su lado aparece un perro con una antorcha encendida, pues se dice que estando la madre del santo encinta soñó que paría un perro con una antorcha en la boca que iba por todo el mundo causando incendios. La interpretación que se le dio a tal sueño fue que la antorcha se refería al ardor con el que el santo iba a difundir la fe por todos los lugares. Al escapulario frailuno se aferran las ánimas deseosas de librarse del fuego del purgatorio.
A los pies del Lagar Místico, se representa a dos ministros de la iglesia ataviados con vestidura ceremonial. Parece probable que el de la izquierda sea San Agustín, a quien se muestra con frecuencia como joven o de mediana edad, con la cabeza parcialmente rapada y la tonsura en señal de consagración. El otro personaje, con cabello canoso y larga barba entrecana, podría ser san Jerónimo, representado habitualmente como un anciano sabio y penitente. Ambos sostienen sendos cálices que recogen la sangre de Cristo
Estos dos personajes pronuncian fragmentos de salmos que están inscritos en una especie de cartelas o bocadillos verticales. San Agustín dice: CALICEM SALUTARIS ACCIPIAM (Tomaré el cáliz de la salvación) Salmo 116:13. Por su parte, san Jerónimo dice: ET SACRIFICABO HOSTIAM LAUDIS (Y ofreceré un sacrificio de alabanza) Salmo 116:17.
La base sobre la que se sustenta el Lagar Místico también muestra una inscripción: TUNC ACCEPTABIS SACRIFICIUM IUSTITIAE OBLATIONES ET HOLOCAUSTA ( Entonces aceptarás el sacrificio de justicia, las ofrendas y los holocaustos) Salmo 51:21. Este salmo 51 es también conocido como el Miserere, un salmo penitencial atribuido al rey David. El salmo expresa arrepentimiento y un deseo de restaurar la relación con Dios.
En el tercio inferior, el lienzo desciende a la tierra: rostros humanos, indumentarias propias del tiempo en que se pintó el cuadro, actividades mundanas, ocupaciones administrativas… Llama la atención la marcha ceremonial en la que participan personajes principales, a juzgar por sus atavíos, soldados portando sus armas y músicos con sus instrumentos. La elegante comitiva parece tener aire festivo y rompe por completo con la trascendencia de la parte superior del lienzo.
A la izquierda, en escena separada, aparecen cuatro personas sentadas a una mesa con tapete verde. Uno de ellos es un clérigo y los otros podrían ser un secretario, un tesorero y un mayordomo.
En el extremo inferior izquierdo vemos una nueva inscripción, esta vez en castellano: SE PINTÓ ESTE CUADRO A DEBOZIÓN DE AGUSTÍN COLLADO. AÑO 1717.
Es una pintura didáctica y devocional. La obra explica a la perfección el significado de nuestro Carnaval. La mesa que hay en la parte inferior izquierda es la mesa presidencial que se establece durante la almoneda que antiguamente se hacía el martes de Carnaval. En ella estaba presente el sacerdote de la parroquia, un contable o tesorero, el secretario de la Hermandad de Ánimas y algún otro representante. Desde esta mesa se controla todo el proceso de la almoneda cuyo fin inmediato es obtener fondos para la Hermandad.
La comitiva que desfila recuerda mucho a las petitorias de los animeros marchando por el pueblo. Se ve una bandera, como en la actualidad, varias armas, entre ellas pica, alabardas y puntas de chuzo, así como el bastón y el tambor. Todo esto nos evoca la ronda de pedir por las ánimas que tenía lugar antiguamente cada domingo desde Navidad y especialmente los días del Carnaval. Estos personajes portan también algunos mosquetes y sables.
La Hermandad de las Ánimas tenía como fin facilitar el tránsito de los hermanos desde la vida terrenal al más allá y preocuparse activamente por aquellos que ya habían abandonado este mundo y que estaban retenidos en el purgatorio. De ahí que aparezcan todos esos individuos purgando sus faltas a la espera de la redención definitiva. El dinero y bienes que recauda la Hermandad se dedican a misas de difuntos y en sufragio de las almas del purgatorio.
En el plano superior se hallan, junto a Jesús, la Virgen y los santos, a través de cuya intervención pueden los fieles lograr la salvación de las almas.
El mensaje global del cuadro viene a recordarnos que desde la tierra los fieles pueden trabajar por la liberación de las almas del purgatorio, a través de la oración solicitando la intercesión de los santos y, especialmente, mediante la misa.
lunes, 7 de julio de 2025
AÑO 1172, IMPONENTE EJÉRCITO ALMOHADE
MARCHA POR LA VEGA DE CUEVAS
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A finales del siglo XII y comienzos del XIII se vivió en la frontera cristiano-musulmana una lucha continua entre Moros y Cristianos. |
En el año 1172 Huete ya había sido recuperada por los cristianos, mientras que Cuenca permanecía bajo el poder musulmán. En esta situación, el valle del río Mayor de Cuevas era frontera entre el mundo musulmán y las avanzadas cristianas.
Huete había experimentado un crecimiento considerable, pues en dicho año de 1172 había ya varias parroquias y el casco urbano iba configurándose como sería dos o tres siglos después. La influencia de la ciudad llegaba casi hasta las puertas de Cuenca. Sin embargo los valles del río Mayor estaban aún sin repoblar, salvo alguna alquería aislada como centro de explotación agropecuaria de una tierra laborable y fértil, pero peligrosa.
La Ciudad fronteriza de Huete estaba mal defendida debido, en parte a la desidia, pero sobre todo a la reciente batalla entre los Lara y los Castro, quienes se disputaban la tutela y regencia del rey niño Alfonso VIII. Este enfrentamiento había dejado algunos desperfectos importantes en los tres cinturones de muralla que rodeaban la ciudad y la fortaleza de Huete. Los espías enviaron informes a Sevilla, ciudad que cobraba fuerza en la península, y a Marrakech, capital del imperio Almohade. Entonces, el Emir Abú Yakub Yusuf I decidió organizar una potente algazúa (expedición militar) con la idea de recuperar Huete y de levantar el cerco al que se veía sometida Cuenca por parte de los cristianos.
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Sobre el cerro situado al oeste de Huete se alzaba una gran fortificación de la que aún quedan algunos vestigios. |
Así, hacia mediados del mes de Julio del año 1172 comenzaron a congregarse las tropas musulmanas alrededor de Huete. Estas huestes estaban formadas por almohades, árabes y andalusíes. También había esclavos almorávides, a quienes habían derrotado los almohades, y un numeroso séquito, entre el cual se encontraban varios predicadores, personajes legendarios y hasta el famoso filósofo Averroes. Al frente de la expedición iba el propio Califa, lo que demuestra la importancia que los almohades dieron a esta operación.
Como es bien sabido, cuando se trata de cuantificar el número de efectivos, con frecuencia las fuentes son poco o nada fiables. Los cristianos hablan de unos 500 caballeros con sus correspondientes peones en la fortaleza de Huete. Para los musulmanes se dan cifras muy altas, pues se habla de hasta más de 100.000 hombres entre infantería, arqueros, caballería, etc. Los cálculos más realistas mantienen para los cristianos la cifra de 500 caballeros, cada uno de los cuales contaría con hasta tres o cuatro peones. Y para los musulmanes se calculan unos efectivos de alrededor de 60.000 guerreros.
Quizás lo más interesante de esta algazúa es que fue relatada de forma muy detallada por Ibn Abi Sahib al-Salat, un personaje que formaba parte de la propia expedición y que impregnó el relato de las maniobras militares con abundantes alusiones a la fe musulmana y con interesantes y bellos recursos literarios.
Wabda, Huete para los musulmanes, quedó rodeada por un cerco inexpugnable, pero el fuerte contingente muslim no podía permitirse un asedio largo, así que pronto comenzaron las hostilidades. La desproporción de fuerzas permitió a los atacantes sobrepasar en los primeros embates la muralla exterior, y en varias embestidas obligaron a los defensores a refugiarse en la alcazaba. La ciudad estaba perdida, pero no la fortaleza. Los de Huete enviaron en varias ocasiones emisarios para solicitar el amán, pacto por el cual los sitiados entregaban pacíficamente la ciudad y los sitiadores se comprometían a respetarles la vida, los bienes y la religión. Pero se les negó, porque no había organizado el Califa de los Creyentes, Abu Yaqub Yusuf, un ejército tal para llegar a su objetivo principal y dejar libre a gran parte de la nobleza de Castilla, que tenía ahora a su alcance encerrada en aquel cerro.
Tres circunstancias vinieron a auxiliar a los cristianos de Huete: la primera fue que cuando ya carecían de agua se desataron varias tormentas formidables que no solo llenaron sus aljibes sino que debilitaron de forma notoria al enemigo. El huracán destrozó los campamentos musulmanes y los torrenciales aguaceros dejaron el terreno impracticable para cualquier tipo de acción militar. Los optenses atribuyeron las providenciales tormentas a la intervención de las santas Justa y Rufina. En segundo lugar, los cuerpos de ejército que habían sido enviados para cosechar los trigos y hacer acopio de forrajes y vituallas para los hombres y para los miles de bestias, volvieron de vacío. Y, finalmente, uno de los espías, capturado por los musulmanes, confesó que el ejército del rey niño (Alfonso VIII) acudía en auxilio de Huete.
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Las santas Justa y Rufina. Se dice que gracias a su intervención se salvaron los defensores de Huete. |
Así las cosas, el Califa ordenó quemar las grandes máquinas de asalto que preparaban para la toma del castillo de Huete y dio instrucciones para levantar el campo y marchar hacia Cuenca.
Entonces se produjo entre la tropa una gran decepción y un desconcierto considerable en la evacuación de las posiciones, desbarajuste que los sitiados aprovecharon para salir de su fortaleza y dar golpes rápidos y precisos contra el enemigo en retirada. Por ello, a causa del hostigamiento, el primer día de marcha apenas avanzaron unas 3 millas (5.5 km aprox). El cronista solo dice que había agua en la zona de acampada. El segundo día de marcha hacia Cuenca el ejército avanzó unas 10 millas, es decir, unos 18´5 km.
Los expertos parecen de acuerdo en que el itinerario elegido por el imponente ejército musulmán fue la vega de Cuevas de Velasco, ya que temían que las tropas de Alfonso VIII, que sitiaban Cuenca, les tendiesen emboscadas en los Montes de Cabrejas.
En cuanto al lugar elegido para acampar, cito textualmente la traducción de la crónica de Ibn Abi Sahib al-Salat.
“… el Emir de los Creyentes levantó el campamento de la mencionada aguada, con la guardia, los arqueros y los peones en vanguardia y la zaga, en impecable orden de marcha. De esa guisa marcharon unas 10 millas y acamparon en una alquería rodeada de campos cultivados muy dilatados y ubicada en un emplazamiento agradable y saneado, aunque despoblado1. Obtuvieron a manos llenas trigo y cebada , saquearon el lugar, talaron sus campos y lo arrasaron y lo arruinaron como si jamás hubiera existido”.
“ El día siguiente el Emir de los Creyentes partió de aquella alquería – que causaba una sensación malsana – por la ruta que se dirige hacia Qunka (Cuenca), en el mismo orden de marcha que el día precedente, mientras los atabales redoblaban en todas las elevaciones del territorio y las tropas colmaban el horizonte a lo largo y a lo ancho. De esa guisa siguieron evolucionando hasta que llegaron a Wadi Suqar, a dos millas (3´7 km) de Qunka, en una montaña al occidente de aquella2”.
A partir de este texto se han hecho varias interpretaciones para situar esa “alquería” a la que hace referencia el cronista. Desde luego, una alquería rodeada de campos cultivados muy dilatados no parece razonable situarla en el actual Castillejo, pues se sabe que ni estaba ni está rodeada de campos cultivados y, por supuesto, los campos no son dilatados. Además, la distancia total cubierta por el ejército almohade en las dos primeras jornadas desde Huete sumaría no menos de 24km, lo que nos llevaría a la zona de La Losa-Valdemarón-Cerrillo de la Nebrosa, bien entrados ya en el término de Cuevas de Velasco y lugar donde sí hay una amplia vega.
Por otro lado, si diéramos como válida la opción de Castillejo, dejaríamos para la última jornada, hasta las cercanías de Cuenca, más de 34 km, distancia que se nos antoja exagerada, teniendo en cuenta que el ejército almohade solía marchar solamente desde el amanecer hasta la hora de comer. Conviene recordar también, el terrible calor de los primeros días de agosto y el hecho de tener que afrontar un cambio de vertiente, con las consiguientes dificultades orográficas.
Pero hay más indicios que hacen pensar en la vega de Cuevas, a los que se llega haciendo una lectura detenida del texto. El cronista dice que partieron de aquella alquería y que los atabales redoblaban en todas las elevaciones del territorio. Entendemos que las elevaciones serían altozanos y justamente este tipo de elevaciones abundan en el viejo camino hacia Cuenca, que arranca desde Los Cañamares, sube por la Carrasquilla y La Cruz del Cura, el Lavadero, la ermita de la Purísima, Valdemaes, Miralobueno, El Rebollar, La Fuente el Sordillo... En esta vía encontramos varias elevaciones hasta Navalón.
Los atabales, que participaron en la expedición del año 1172 contra Huete en número de más de cien, tenían la misión de anunciar movimientos o rutinas del ejército, marcar el ritmo en las marchas, evitar que se extraviasen las tropas, imprimirles ánimo y atemorizar al enemigo si es que se aproximaba al grupo expedicionario. Había un atabal con un parche de más de 2´3 metros de diámetro y se habla de que cuando sonaban todos estos instrumentos, la tierra gemía y podía oírse su estruendo hasta media jornada de distancia.
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El libro del Doctor Gustavo Turienzo Veiga narra la peripecia de los Almohades por Alandalus y la frontera con Castilla de forma amena y precisa. |
Tanto José Antonio Almonacid Clavería3 como el Doctor Gustavo Turienzo Veiga4 concluyen que el ejército almohade marchó hacia Cuenca por Cuevas de Velasco. En cuanto a la localización de la alquería que el cronista menciona, nosotros nos inclinamos por algún punto de la vega de Cuevas de Velasco, que concuerda mejor con las distancias recorridas por la expedición en las dos primeras jornadas y que responde perfectamente a la descripción. Pensamos que se trataría de un grupo pequeño de casas, quizás diez o doce, construidas en adobe, tapial o mampostería y techos de carrizo y barro, orientadas a la explotación agrícola de un terreno inmediato fértil.
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El amplio valle del río Mayor visto desde Cuevas de Velasco. |
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Posibles lugares donde debió acampar el ejército almohade. |
Hay también otras conclusiones que podemos extraer de este apasionante relato de la marcha del formidable ejército almohade. Por ejemplo, no hay ni la menor mención a una fortaleza, castillo, atalaya ni nada parecido, por lo tanto debemos concluir que si el cronista, tan dado a destacar cualquier captura de estructuras enemigas o anteriormente arrebatadas por el enemigo, no la cita en esta jornada, es señal inequívoca de que no existía. Así, caería, como tantas otras tradiciones, la idea de que el castillo de Cuevas de Cañatazor había sido construido por un jefe agareno llamado Atanazor (Pascual Madoz, Trifón Muñoz Soliva…)
Tampoco hay mención alguna a un lugar llamado Cuevas de Cañatazor. Lo más probable es que no existiera aún y que, justamente, después del paso de los almohades, Castilla decidiese repoblar a marchas forzadas los valles del río Mayor como tapón defensivo natural entre la Cuenca musulmana y el Huete cristiano. En los años que median entre la algazúa almohade (1172) y la toma de Cuenca por Alfonso VIII (1177) debieron surgir la mayoría de pequeñas aldeas de los valles del río Mayor.
De cualquier modo, la epopeya del gran ejército marchando por estas tierras es un hecho digno de memoria como pocos. Pensemos en un contingente posiblemente más numeroso que el ejército almorávide que había derrotado a los cristianos en Uclés (1108) , más numeroso que el de la derrota de Alarcos (1195) e incluso más numeroso que el que claudicó en Las Navas de Tolosa (1212) ante los cristianos.
Este valle, pues, fue testigo hace más de ocho siglos y medio del paso arrollador de un ejército que estremecía la tierra. Más de quince mil caballos, con sus jinetes y sus peones, decenas de miles de soldados almohades, árabes y andalusíes, carros, decenas de camellos que acarreaban el tesoro Califal monetizado para financiar la campaña, las nueve campanas arrebatadas a los de Huete, de las cuales una puede verse aún hoy en la mezquita aljama de Fez, representantes de todos los oficios: cabestreros, herreros, leñadores, arrieros, armeros, artesanos especializados…, ganados..., y en un lugar destacado, precediendo seguramente al Califa, un camello elegantemente enjaezado portando un magnífico ejemplar de El Corán primorosamente encuadernado y que los seguidores del Profeta consideraban como un talismán.
En la larga expedición tomaron varias fortalezas, como la de Vilches, la de Alcaraz, la de Garcimuñoz, que fue arrasada, y levantaron el cerco cristiano de Cuenca, pero su principal objetivo era Huete y no consiguieron tomar su fortaleza. De haber cedido los de Huete, la Reconquista posiblemente se hubiera retrasado un siglo.
1Parece lógico que los habitantes de esa alquería estuviesen al tanto de los movimientos de aproximación del ejército almohade y habrían huido sin tiempo para recoger cosechas, animales...
2Los estudiosos apuntan a Nohales como el lugar en el que acampó el ejército almohade.
3“De Huete a Cuenca con los almohades 1172” J.A. Almonacid Clavería.
4“La algazúa del califa almohade Abú Yaqub Yusuf I contra Huete y su retirada por Cuenca” Gustavo Turienzo Veiga
miércoles, 18 de junio de 2025
JUAN DE SALINAS, UN HIDALGO DE CUEVAS DE CAÑATAZOR
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Encabezamiento y primeras líneas de la prueba de hidalguía. |
Juan de Salinas vivía en Cuevas de Cañatazor allá por el año 1548. Cuando llegó el tiempo de pagar los impuestos —los pechos, como se decía entonces—, vinieron a incordiar a este hidalgo, el cual puso el grito en el cielo. ¿Desde cuándo un hidalgo pagaba pechos? ¿Cómo osaban dirigirse a él, hombre linajudo, para pedirle que aflojara los escudos o maravedís que le correspondía entregar para llenar las arcas reales y las de la ciudad de Huete?
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Torreón de la antigua fortaleza de Huete. |
El Consejo de Hombres Buenos del lugar de Las Cuevas de Cañatazor dictaminó que, puesto que no tenían referencias sólidas de quién era aquel tipo y de qué apellidos descendía, lo suyo era que pagase como los demás. El Consejo de Hombres Buenos cumplía con su obligación, por supuesto, pues si hubieran hecho caso de cualquier pelagatos que llegaba al lugar alegando hidalguía, apañados estarían, ya que muchos tiraban de falsos linajes y de genealogías emparentadas con tal conde o marqués, o con tal adelantado que había luchado junto al rey en arriesgadas expediciones. Así que el Consejo exigió a Juan de Salinas que aflojase la bolsa o, de lo contrario, se verían obligados a embargar sus bienes.
Juan de Salinas pataleó, pero viendo que se le venía encima el embargo o, peor aún, la nefasta visita del Alguacil Mayor con su gente, decidió poner un pleito al Consejo de Hombres Buenos del lugar de Las Cuevas de Cañatazor. Y todo ello a pesar de que un pleito de semejante envergadura le exigiría mucho empeño, mucho trabajo y no pocos dineros.
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Página 5 vuelta del documento del pleito. |
Comenzó Juan de Salinas por recabar testigos de todas las personas que podían avalarlo, de las cuales pocas o ninguna vivía en el lugar de Las Cuevas. Marchó a la villa de La Ventosa y allí reunió testimonios de quienes lo habían conocido siendo joven. Luego marchó a Huete e hizo lo mismo. De este modo, reunió un conjunto de testimonios tan abultado como abstruso. Y con todo ese bagaje de fes y juramentos, se presentó en la Real Chancillería de Granada, lugar donde se dirimían estos pleitos en aquellos tiempos.
El pleito, que incluye la exposición minuciosa de personajes que directa o indirectamente daban fe de que el tal Juan de Salinas era hidalgo, menciona, entre otros, a Alejo de Sandoval, dueño de la villa de La Ventosa; a Melendo Suárez; a Lope Vásquez de Figueroa; a doña María de Pisa, todos ellos personajes de alcurnia contrastada. También cita las fortalezas de Huete y de La Ventosa. Y todas estas menciones vienen a insistir una y otra vez, como si de un mantra nobiliario se tratase, en que ellos y los vecinos de la villa y ciudad citadas reconocían a Juan de Salinas por hidalgo, y que por serlo ni pechaba en ningún pecho ni en derramas reales.
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Lope Vásquez de Acuña uno de los próceres citados en el pleito |
El pleito es amplio, pues ocupa nada menos que 72 páginas, en las cuales los escribanos de la Real Chancillería de Granada van desgranando, mediante vericuetos legales y enredos de la razón, un texto que pretende vestir a nuestro buen Juan de Salinas con la capa y el blasón del más rancio hidalgo que pariera Castilla.
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Vestigio de la antigua fortaleza de La Ventosa. |
El hidalgo no pagaba impuestos, no estaba sometido a la justicia ordinaria, sino a jueces especiales, tenía derecho a llevar armas y acceso prioritario a cargos municipales y militares. El título de hidalgo otorgaba al individuo que lo poseyera una preeminencia social que se le mostraba en actos y ceremonias. También podía ir a caballo dentro de la villa o del lugar, e igualmente podía colocar su escudo o blasón en la fachada de su casa como símbolo de su estatus o linaje.
Huelga decir que Juan de Salinas ganó el pleito de hidalguía, o, en lenguaje de su época, probó su hidalguía.
Por supuesto que el texto se atiene a lo estrictamente judicial, pero contiene datos valiosísimos para la historia de nuestro pueblo. En su momento los iremos conociendo. Dejo esto como avance de esta noticia excepcional.
martes, 3 de junio de 2025
EL RETABLO MAYOR, OBRA DE JOSÉ MARTÍN DE ALDEHUELA
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Iglesia de Cuevas de Velasco. Retablos del Santo Cristo, Mayor y Virgen del Rosario. |
Hasta ahora nadie había atinado a decir con certeza qué maestro labró el retablo del altar mayor de la iglesia de Cuevas de Velasco. Es verdad que algún entendido aventuró, por los parecidos con otros retablos, que esta obra recordaba a los trabajos de Martín de Aldehuela, pero lo cierto es que ni en los libros ni siquiera en el informe para la declaración de la iglesia como Bien de Interés Cultural se menciona autoría alguna.
Es seguro que hubo anteriormente al menos otro altar mayor, sobre el cual poseemos noticias dispersas y muy parciales, pero fue ya en el siglo XVIII cuando el pueblo se propuso dotar a esta singular iglesia de un retablo mayor que estuviera a la altura de la magnífica nave que la caracteriza.
La tesis doctoral de José Luis García Martínez(1) viene a arrojar luz sobre algunos pormenores de la contratación y de los costos de dicho retablo mayor. Pero lo realmente interesante es que apunta claramente a un autor, que no es otro que el famoso arquitecto y escultor José Martín de Aldehuela.
En realidad, José Luis García Martínez llega a esa conclusión tras estudiar con detenimiento los apuntes registrados en el libro de fábrica de esta iglesia de Cuevas. Según esos datos, parece que el retablo de la iglesia de la Asunción, se realizó en Cuenca capital, todo según los acuerdos del maestro mayor, a la sazón Martín de Aldehuela. Una vez terminado el retablo, se establecen las condiciones para trasladarse el propio maestro y su familia a la villa de Las Cuevas, junto con todas las piezas del retablo. También se acuerdan los sueldos del maestro, de los acemileros y otros detalles.
Es de suponer que el maestro acudiría con operarios de su taller y que montarían este altar en unas semanas. Luego vendría la tarea del dorado y la policromía que bien pudo haber precisado, dadas las dimensiones de la obra, hasta dos o tres meses más.
Estos maestros solían trabajar en varias realizaciones al mismo tiempo. Ellos iban marcando la pauta y realizando los trabajos más finos, mientras que los aprendices se empleaban en labores menos delicadas.
La huella del maestro Martín de Aldehuela está patente en cada detalle de este retablo de la Asunción. Además, puede considerarse esta obra como una avanzada del nuevo barroco del último tercio del siglo XVIII en estas tierras de Cuenca. En esta nueva etapa del barroco, se deja atrás la profusión de rocallas, mientras comienzan a imponerse motivos decorativos, como guirnaldas florales y figuras de angelotes ( En el retablo mayor de Cuevas hemos contado hasta cuarenta querubines). Los tradicionales fondos dorados ceden protagonismo a elementos arquitectónicos más sobrios, como las columnas marmolizadas en tonos verdosos, que aportan una sensación de riqueza más contenida. El dorado apenas se conserva en algunos marcos, en los capiteles de las columnas y en guirnaldas y rayos luminosos.
El retablo mayor de la iglesia de Cuevas de Velasco muestra influencias del barroco italiano, que seguramente conoció Aldehuela a través de libros y a través de la obra de Ventura Rodríguez con quien coincidió y trabajó en la catedral de Cuenca.
Que el retablo Mayor de nuestra iglesia sea obra de José Martín de Aldehuela no es asunto menor. Aldehuela, nacido en Manzanera, provincia de Teruel, trabajó en Cuenca desde la mitad del siglo XVIII hasta 1778, aunque todavía siguió atendiendo trabajos pendientes en Cuenca después de ser reclamado por el Obispo de Málaga, Lario, paisano suyo.
En Cuenca realizó numerosas obras: la Iglesia de San Felipe Neri, donde se canta el Miserere en Semana Santa; la fachada de los Paúles, en el edificio que hoy es Parador Nacional; el altar de la Virgen del Pilar, en la Catedral; el retablo de la iglesia de La Merced, en Huete y un sinnúmero de actuaciones, sobre todo en la catedral de Cuenca, que culminaron, ya en tierras andaluzas, con una obra que le ha dado fama mundial: el Puente Nuevo del Tajo de Ronda.
A continuación, propondré varios de los trabajos realizados por José Martín de Aldehuela para que podamos compararlos con el retablo mayor de la iglesia de Cuevas de Velasco. Siguiendo el orden en que están:
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Altar de la Virgen del Pilar (1769-1771), Catedral de Cuenca.
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Retablo de Santa Rosa y San Antonio (1772), Catedral de Cuenca.
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Retablo de Santa María del Alba (1772), Catedral de Cuenca.
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Retablo de San Agustín (1798), Málaga.
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(1) La tesis doctoral de José Luis García Martínez se titula Arquitectura Barroca en Huete y su Tierra. Puede consultarse este asunto en https://ruidera.uclm.es/items/58ada22b-3a51-46a5-b53c-9e7d3f7037cd , en las págs. 461 y 462.
miércoles, 5 de febrero de 2025
DIEZ CURIOSIDADES DE LA IGLESIA DE CUEVAS
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El Altar Mayor está situado al extremo este del templo |
1. ¿Por qué el altar Mayor de la iglesia de Cuevas está situado al este del templo?
La simbología cristiana considera el este como el origen de la luz y asocia esto a Jesucristo, que es “Luz del Mundo”. De este modo los fieles se sitúan en los templos de cara a oriente.
Por otro lado, la tradición cristiana asegura que Cristo, en su segunda venida, aparecerá por oriente ( “Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre”. Mat 24:27).
Los primeros cristianos imitaron la orientación del templo de Jerusalén y de los edificios sagrados de otras religiones, que situaban el lugar de culto al este.
La Biblia indica que el Jardín del Edén estaba hacia oriente: “Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado” Gen. 2:8.
Todos los pueblos de nuestro entorno tienen sus iglesias orientadas de la misma manera: Villar del Maestre (iglesia y ermita), Castillejo (iglesia), Villar del Saz (iglesia…) y La Ventosa (iglesia…). También en los grandes templos de la diócesis de Cuenca, como la Catedral o la iglesia del Monasterio de Uclés, el altar mayor está situado en la cabecera orientada al este.
2. ¿Por qué la escalera de caracol de la torre asciende girando a la derecha?
La escalera de caracol que sube a la torre sigue la costumbre de los castillos medievales donde SIEMPRE giran a la derecha al ascender. Se construían de manera que, al descender, la parte ancha quedase a la derecha. Y esto obedecía a una simple cuestión de estrategia, pues en caso de que la torre se usara como lugar de defensa, los enemigos que pretendieran tomarla siempre lucharían en desventaja. Mientras los defensores podían manejar sus armas con la mano derecha, los atacantes, al tener menos espacio para maniobrar con su diestra, se verían obligados a utilizar la mano izquierda. Más tarde, cuando las iglesias dejaron de concebirse como lugares de defensa, las escaleras de caracol podían ya adoptar el giro a la derecha o a la izquierda.
3. ¿Cómo se formaron los cimientos de la iglesia?
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Punto de cimentación de la sacristía |
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Cimientos de la iglesia |
Hay dudas acerca de la tradición de que sobre el solar de una iglesia más antigua se echaron cimientos de sillería en toda la superficie que iba a ocupar el edificio nuevo. Por una parte, el interior de la iglesia fue un cementerio durante siglos, y no parece lógico que se compactara todo su espacio interior con enormes sillares; y por otra parte, cuando se han hecho obras, como por ejemplo en el atrio, se ha visto que los primeros sillares del muro descansan directamente sobre cajetines excavados en la roca madre del lugar.
4. ¿Qué significado tiene la inscripción en letras rojizas que hay en la fachada de la iglesia, a la izquierda del pórtico de entrada?
Si nos situamos frente al pórtico de entrada a la iglesia, a mano izquierda, a unos pasos de las gradas que suben a la puerta, hay un grafiti que parece una firma. Lo curioso es que en la ermita de Villar del Maestre, llamada de la Resurrección, puede verse un petroglifo casi idéntico. ¿Tendrían relación los canteros o arquitectos que levantaron ambos edificios?
5. ¿A qué parte del interior daba la puerta cegada que hay en el Juego Pelota?
Muchas personas piensan que el nicho en el que está embutido el altar del Sagrado Corazón de Jesús se corresponde con la puerta que hay cegada en el Juego Pelota. Pero no es así, porque la puerta clausurada en el muro norte de la iglesia daba a la capilla en la que se encuentra la pila bautismal. Sobre la razón por la cual se cerró dicha puerta, que comunicaba el interior del templo con lo que antiguamente era el cementerio, hay disparidad de criterios. Unas personas dicen que al trasladarse el cementerio al cerro de San Bartolomé, donde se encuentra hoy, ya no era necesaria esa puerta. Otras personas aseguran haber oído a los viejos que aquella puerta, que seguramente estaba en pésimo estado, filtraba corrientes del viento del norte que convertían la iglesia en un lugar gélido y por esa razón se tapió la puerta en cuestión.
6. ¿Cuánto mide la torre de la iglesia?
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Vista de la iglesia de Cuevas |
De lo que no cabe duda es de que la torre de la iglesia de Cuevas sigue siendo, después de haber cumplido más de cuatro siglos, el edificio más alto del pueblo. En ningún pueblo de los alrededores cuentan con una edificación de esa envergadura. Se dice que la torre, incluyendo la veleta, alcanza más de 33 metros. Entendemos que en el tiempo de su construcción se mediría en varas, alcanzando unas 40 varas castellanas.
7. ¿De qué son las manchas negras que se observan en el suelo de la iglesia?
Durante la guerra (1936-1939) el templo sufrió serios deterioros, sobre todo en su ornamentación y mobiliario. Quedan aún en el suelo baldosas ennegrecidas, a la altura del púlpito, como señal de haber encendido hogueras en en su interior.
8. ¿Dónde está la cantera de la cual se extrajo la piedra para construir la iglesia?
Se supone que una mole como la parroquial de Cuevas de Velasco precisaría de muchos metros cúbicos de piedra, así que debieron quedar señales en las canteras. Pues bien, no se tiene certeza, aunque se habla de lugares como las peñas de Valdemarón, donde hay claros signos de cortes en la roca de arena o de la Cañada de las Pilas, con tajos rectos que delatan la extracción de roca de aquel lugar. No falta quien señala el paraje de Fuentes Viejas. Pero cabe la posibilidad de que muchos de los sillares que conforman hoy los muros de la iglesia fueran traídos desde muy cerca, desde la Peña Redonda y aledaños. Sin embargo sí hemos visto señales por varios lugares del término de la extracción de las bolas o pináculos que coronan la torre.
9. ¿Por qué parte comenzó a construirse el edificio de la iglesia?
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Primeros tramos de bóveda que se construyeron |
Por lo general, las iglesias suelen comenzarse a construir por el altar mayor. Y si se hace así es por pura cuestión litúrgica, es decir, se trata de conseguir que las ceremonias de la liturgia puedan realizarse cuanto antes. La iglesia de Cuevas de Velasco también comenzó a construirse por la zona del altar mayor. Sobre este asunto hay un informe del año 1569 en la propia iglesia que dice: “las paredes son de mampostería, excepto la capilla delantera que es nueva y tiene bóveda”. Esto nos indica que para ese año las paredes del altar mayor ya estaban hechas y el comienzo de la bóveda ya estaba trazado en la zona delantera. Seguramente habrán observado que en el exterior de los muros norte y sur se aprecia una especie de costura que nos sugiere que la nave se construyó en dos veces.
La torre se alzaría al final, cuando ya la nave de la iglesia estaba completada. De hecho, Antonio Ballesteros ya apuntaba en su libro que las campanas que habían servido en el templo anterior más de 200 años se subieron a la nueva torre en 1599. Por cierto, con estas dos fechas podemos asegurar que la construcción del templo duró cerca de medio siglo.
10. ¿Cuántos años de vida puede alcanzar un edificio como el de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Cuevas de Velasco?
Se aprecia el remiendo con ladrillo y otros deterioros |
Nuestro templo camina ya hacia los 500 años de existencia. La longevidad de estos edificios, como es lógico, está en relación directa con los cuidados y reparaciones que se les practiquen. Desde luego, lo que sí podemos afirmar es que la obra es sólida. La casi totalidad de la sillería está bien asentada. Pero es de sobra sabido que cualquier construcción con medio milenio de vida necesita atenciones y nuestra parroquial también muestra algunos deterioros que habría que corregir. Se han realizado numerosas obras, algunas de las cuales fueron de cierta magnitud y dificultad, como el rebaje de la cumbrera del tejado de la iglesia. En nuestro tiempo, lo más interesante y beneficioso para preservar la obra ha sido el refuerzo de la impermeabilización de los tejados de la torre y de la nave de la iglesia, y la protección de los cimientos con la construcción de aceras y el pavimentado del atrio. En la torre se observan varios sillares mellados y erosionados que habría que reponer (ya se sustituyeron algunos por una especie de ladrillos). Hay que estar atentos también a algunas grietas, especialmente la que se aprecia en el ábside frente a la casa Cuartel. Y , por supuesto, hay muchos más deterioros menores, pero, si se atiende lo fundamental esta magna obra podría alcanzar los mil años.
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