viernes, 15 de abril de 2016






                                    MARCAS ENIGMÁTICAS
                           SOBRE LOS MUROS DE LA IGLESIA



Los sólidos muros de la formidable iglesia de Las Cuevas de Velasco han soportado los cuatro siglos y medio de vida con absoluta dignidad. No están construidos con duros mármoles sino con el socorrido y modesto material de la tierra, roca arenisca, pero siguen desafiando el paso del tiempo.




Sobre la piel de la iglesia de la Asunción de Cuevas de Velasco hay cicatrices. Las producidas por la intemperie y la erosión natural se aprecian sobre todo en las cornisas de la enhiesta torre. Pero existen otras marcas practicadas por las gentes del pueblo a lo largo de los siglos. Se trata de señales, incisiones, dibujos, huellas…, algunas de ellas enigmáticas.



En la esquina Este de la sacristía cualquiera puede observar los surcos de desgaste más o menos equidistantes que recuerdan a marcas de conteo. No conocemos exactamente su origen ni su sentido. Desde siempre se ha dicho que tales incisiones se deben a la costumbre de afilar las navajas en la piedra arenisca. Y si bien es cierto que la piedra de arena, a falta de piedras de agua, es un yunque útil para afilar navajas, cuchillos, hoces, guadañas…, nos resistimos a creer que en otro tiempo la gente usase impunemente los muros del templo para aguzar las herramientas.

En la portada de acceso a la iglesia también se aprecian este tipo de marcas.



A la izquierda del arco triunfal que da acceso a la iglesia hay una inscripción muy desgastada que apenas puede adivinarse. Se trata de un antiguo “grafiti” al parecer de buena ejecución, por la calidad de las letras que sí podemos descifrar. Recuerda a aquellos vítores realizados con sangre de toro, aceite, almagre o barniz que se realizaban sobre los muros de las universidades en honor a los alumnos que habían culminado sus estudios con el título de Doctor.



¿Qué dice esa inscripción? No lo sabemos con certeza. Al humedecerla se reaviva su color desvaído y parece mostrarse con algo más de precisión, pero no permite ser leída. Lo que sí parece claro es que la grafía es elegante y que, con todas las reservas, podría pertenecer a los tiempos de la fundación de la iglesia o poco después.

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