DEL NEOLÍTICO A LA EDAD DE LOS METALES
Primitivo molino lineal para reducir a harina el grano |
Conviene
recordar que los primeros núcleos de población estables no se
constituyeron por estas tierras hasta muy avanzado ya el neolítico o
incluso en la Edad de los Metales. Lo cual quiere decir que al
comienzo del mesolítico, hace 12 mil años, el modo de vida seguía
siendo el nomadismo. Los individuos que acudían al valle del río
Mayor se establecían de forma provisional, durante la estación que
les ofrecía más y mejores recursos, trasladándose a otras zonas
cuando las subsistencias se agotaban. No podemos hablar aún de
pueblos tal como los entendemos hoy sino más bien de clanes que
aprovechaban los refugios naturales o que construían chozas poco
consistentes cerca de donde estaba el alimento y el agua.
Hacha pulimentada |
De
este periodo apenas tenemos noticias. Los restos arqueológicos son
escasos, lo cual no quiere decir que durante ese tiempo no hubiera
pobladores en nuestro término. Los hallazgos más notables que
confirman la presencia del ser humano durante el neolítico en
nuestro pueblo son las numerosas hachas pulimentadas que se han
hallado. Estas herramientas constituyen casi el emblema del
neolítico, aunque es verdad que siguieron empleándose hasta bien
entrada la Edad de los Metales.
Las
hachas pulimentadas encontradas en el pueblo no apuntan a una
procedencia común sino que se trata de hallazgos muy dispersos.
Llama la atención la hechura de estas herramientas fabricadas a
partir de una clase de roca oscura que no encontramos en nuestro
pueblo. Estas hachas se extraviaban o simplemente eran esparcidas por
animales moribundos que las llevaban clavadas.
Hacha de un material no presente en el término municipal |
Hasta
no hace mucho tiempo, los ancianos del lugar solían llamarlas
“rayos” o “piedra del rayo” en la creencia de que estas
piedras de color y forma extraños eran el resultado del impacto de
los rayos durante las tormentas o acaso materia que las propias
centellas traían desde el cielo. Hoy sabemos bien que se trata de
piedras duras pulimentadas, con uno o varios filos.
Hacha o pico |
Otros
útiles neolíticos hallados de manera dispersa por el término del
pueblo son morteros de piedra y molinos de mano de diversas formas,
algunos de buena factura. Estos vestigios proclaman sin la menor duda
la presencia del hombre del neolítico por la vega del río Mayor
Como
decimos, el hombre del Mesolítico y de las primeras fases del
Neolítico solía ocupar cuevas o abrigos naturales, que sabemos que
eran abundantes en Cuevas de Velasco. La aparición de las primeras
aldeas y poblados llegará más tarde y se establecerán
preferentemente en zonas fácilmente defendibles.
Tras el molino lineal o de vaivén, apareció el giratorio. |
En el término de Cuevas de
Velasco existen numerosos lugares que presentan restos arqueológicos
compatibles con poblados habitados desde antiguo, algunos de ellos
desde el Neolítico. El situado en la cumbre del cerro de Castejón
ocupa una posición eminentemente estratégica. Desde su ubicación
se domina todo el paisaje desde más allá de Huete hasta el Cerro
del Túnel e incluso hasta los montes de Priego. Se trata, sin duda,
del punto desde el que podía producirse una alerta más temprana
ante la llegada de cualquier peligro. Sobre la altura más próxima a
la vega se abren dos llanos con un desnivel entre ellos de un metro.
El espacio ocupa una superficie aproximada de 0´6 has y quedaba
defendido a poniente, al sur y al norte por unos peñascos
inaccesibles, alternando en el flanco este las peñas y un fuerte
declive seguramente reforzado por un muro o por una empalizada. Es
posible que el único acceso a este fortín estuviese situado en el
puntal norte a través de un paso estrecho entre dos grandes rocas.
Los vestigios más
abundantes en este lugar son fragmentos de cerámica que por sus
hechuras parece posterior a la de la loma de la estación. La
ausencia de elementos arquitectónicos, de caminos de acceso, así
como la lejanía del agua nos indican que el poblado del cerro de
Castejón tuvo una vida efímera.
El nombre Castejón sugiere
la idea de un fuerte.
Igualmente
hay numerosos vestigios de otro emplazamiento habitado en el pasado
en el paraje denominado Los Villares. El nombre ya pregona la
existencia de una aldea en la antigüedad. Si bien en este caso
parece que los restos encontrados en superficie señalan hacia la
Alta Edad Media no sería extraño que se tratase de un lugar
habitado desde varios siglos antes. La curiosa oquedad tallada en
roca viva en la Peña del Fraile, y que la gente ha llamado siempre
“el horno de Los Villares”, sugiere un depósito de alimentos o
de herramientas del Neolítico. En la misma roca existen otras
construcciones semejantes, algunas abortadas seguramente porque se
agrietó la roca. Igualmente, la proximidad de la Fuente de las
Casas, con sus tajos en la piedra a modo de lecho para la cimentación
de viviendas o altares indica que hubo asentamientos humanos en la
antigüedad. No hay que olvidar que tanto la necrópolis existente al
lado del Huerto del Pozo como el probable campo de urnas de la loma
de la estación están ligados a este asentamiento de Los Villares.
El poblado de Los Villares ocupa una extensión de aproximadamente 4
ha.
Al
pie del cerro Ribagorda, en la parte que da a la vega, se encuentra
otro lugar donde abundan los restos de un poblamiento muy antiguo. El
nombre descriptivo de “Paerecillas” (muretes) que recibe el
paraje resulta elocuente. En este caso es más complicado tanto
precisar los límites que ocupó el asentamiento como apuntar
indicios para ubicarlo en el tiempo.
Estos
dos últimos emplazamientos se hallan en terrazas bajas del río
Mayor, justo al lado de donde hubo humedales importantes.
Actualmente, tanto el paraje de El Huerto del Pozo como el llano que
se extiende al pie del cerro Ribagorda están bien drenados por
acequias construidas al efecto, pero siempre han sido zonas húmedas
en las que se ha visto hasta patos en años lluviosos. Es muy
probable que estos terrenos, semiinundados durante parte del año,
fueran en época neolítica un magnífico atractivo para los primeros
asentamientos más o menos estables de la zona. La incipiente
agricultura solo sería posible en tierras con estas características,
pues el cultivo en terrazas medias o altas, sin contar aún con la
incorporación del arado, era prácticamente imposible.
Covachos de El Perdigón |
Por
lo demás, en el triángulo formado por las zonas de enterramientos
en roca de Valdemorón, La Losa y El Reajo, se aprecian vestigios de
asentamientos antiguos, siendo el caso más claro el de la roca de La
Losa, sobre la cual, parece que la mitad del terreno se dedicó a
necrópolis mientras que la parte más próxima a la carretera pudo
ser un poblado primitivo.
Cerro Castejón |
También
aparece en superficie cerámica abundante en el paraje denominado
Fuente Herrando, si bien no apreciamos en dicho lugar señales de
asentamiento alguno. En cambio, en una zona muy próxima, a caballo
entre los actuales términos de Cuevas de Velasco y Castillejo del
Romeral, en el paraje denominado Fuente Higuera, la presencia de
cucos de vasijas cerámicas es tan abundante que proclama la
existencia de un poblado antiguo. Estos lugares están sin catalogar
y sin estudiar. Los aperos de labranza siguen peinando cada año la
tierra y esparciendo los restos que pueden aportar noticias de
antiguos pobladores.
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