domingo, 5 de junio de 2016




           DEL NEOLÍTICO A LA EDAD DE LOS METALES


Primitivo molino lineal para reducir a harina el grano

            
Conviene recordar que los primeros núcleos de población estables no se constituyeron por estas tierras hasta muy avanzado ya el neolítico o incluso en la Edad de los Metales. Lo cual quiere decir que al comienzo del mesolítico, hace 12 mil años, el modo de vida seguía siendo el nomadismo. Los individuos que acudían al valle del río Mayor se establecían de forma provisional, durante la estación que les ofrecía más y mejores recursos, trasladándose a otras zonas cuando las subsistencias se agotaban. No podemos hablar aún de pueblos tal como los entendemos hoy sino más bien de clanes que aprovechaban los refugios naturales o que construían chozas poco consistentes cerca de donde estaba el alimento y el agua.

Hacha pulimentada

De este periodo apenas tenemos noticias. Los restos arqueológicos son escasos, lo cual no quiere decir que durante ese tiempo no hubiera pobladores en nuestro término. Los hallazgos más notables que confirman la presencia del ser humano durante el neolítico en nuestro pueblo son las numerosas hachas pulimentadas que se han hallado. Estas herramientas constituyen casi el emblema del neolítico, aunque es verdad que siguieron empleándose hasta bien entrada la Edad de los Metales.
Las hachas pulimentadas encontradas en el pueblo no apuntan a una procedencia común sino que se trata de hallazgos muy dispersos. Llama la atención la hechura de estas herramientas fabricadas a partir de una clase de roca oscura que no encontramos en nuestro pueblo. Estas hachas se extraviaban o simplemente eran esparcidas por animales moribundos que las llevaban clavadas.

Hacha de un material no presente en el término municipal

Hasta no hace mucho tiempo, los ancianos del lugar solían llamarlas “rayos” o “piedra del rayo” en la creencia de que estas piedras de color y forma extraños eran el resultado del impacto de los rayos durante las tormentas o acaso materia que las propias centellas traían desde el cielo. Hoy sabemos bien que se trata de piedras duras pulimentadas, con uno o varios filos.

Hacha o pico

Otros útiles neolíticos hallados de manera dispersa por el término del pueblo son morteros de piedra y molinos de mano de diversas formas, algunos de buena factura. Estos vestigios proclaman sin la menor duda la presencia del hombre del neolítico por la vega del río Mayor
Como decimos, el hombre del Mesolítico y de las primeras fases del Neolítico solía ocupar cuevas o abrigos naturales, que sabemos que eran abundantes en Cuevas de Velasco. La aparición de las primeras aldeas y poblados llegará más tarde y se establecerán preferentemente en zonas fácilmente defendibles.

Tras el molino lineal o de vaivén, apareció el  giratorio.

En el término de Cuevas de Velasco existen numerosos lugares que presentan restos arqueológicos compatibles con poblados habitados desde antiguo, algunos de ellos desde el Neolítico. El situado en la cumbre del cerro de Castejón ocupa una posición eminentemente estratégica. Desde su ubicación se domina todo el paisaje desde más allá de Huete hasta el Cerro del Túnel e incluso hasta los montes de Priego. Se trata, sin duda, del punto desde el que podía producirse una alerta más temprana ante la llegada de cualquier peligro. Sobre la altura más próxima a la vega se abren dos llanos con un desnivel entre ellos de un metro. El espacio ocupa una superficie aproximada de 0´6 has y quedaba defendido a poniente, al sur y al norte por unos peñascos inaccesibles, alternando en el flanco este las peñas y un fuerte declive seguramente reforzado por un muro o por una empalizada. Es posible que el único acceso a este fortín estuviese situado en el puntal norte a través de un paso estrecho entre dos grandes rocas.


Los vestigios más abundantes en este lugar son fragmentos de cerámica que por sus hechuras parece posterior a la de la loma de la estación. La ausencia de elementos arquitectónicos, de caminos de acceso, así como la lejanía del agua nos indican que el poblado del cerro de Castejón tuvo una vida efímera.
El nombre Castejón sugiere la idea de un fuerte.


Igualmente hay numerosos vestigios de otro emplazamiento habitado en el pasado en el paraje denominado Los Villares. El nombre ya pregona la existencia de una aldea en la antigüedad. Si bien en este caso parece que los restos encontrados en superficie señalan hacia la Alta Edad Media no sería extraño que se tratase de un lugar habitado desde varios siglos antes. La curiosa oquedad tallada en roca viva en la Peña del Fraile, y que la gente ha llamado siempre “el horno de Los Villares”, sugiere un depósito de alimentos o de herramientas del Neolítico. En la misma roca existen otras construcciones semejantes, algunas abortadas seguramente porque se agrietó la roca. Igualmente, la proximidad de la Fuente de las Casas, con sus tajos en la piedra a modo de lecho para la cimentación de viviendas o altares indica que hubo asentamientos humanos en la antigüedad. No hay que olvidar que tanto la necrópolis existente al lado del Huerto del Pozo como el probable campo de urnas de la loma de la estación están ligados a este asentamiento de Los Villares. El poblado de Los Villares ocupa una extensión de aproximadamente 4 ha.



Al pie del cerro Ribagorda, en la parte que da a la vega, se encuentra otro lugar donde abundan los restos de un poblamiento muy antiguo. El nombre descriptivo de “Paerecillas” (muretes) que recibe el paraje resulta elocuente. En este caso es más complicado tanto precisar los límites que ocupó el asentamiento como apuntar indicios para ubicarlo en el tiempo.
Estos dos últimos emplazamientos se hallan en terrazas bajas del río Mayor, justo al lado de donde hubo humedales importantes. Actualmente, tanto el paraje de El Huerto del Pozo como el llano que se extiende al pie del cerro Ribagorda están bien drenados por acequias construidas al efecto, pero siempre han sido zonas húmedas en las que se ha visto hasta patos en años lluviosos. Es muy probable que estos terrenos, semiinundados durante parte del año, fueran en época neolítica un magnífico atractivo para los primeros asentamientos más o menos estables de la zona. La incipiente agricultura solo sería posible en tierras con estas características, pues el cultivo en terrazas medias o altas, sin contar aún con la incorporación del arado, era prácticamente imposible.

Covachos de El Perdigón


Por lo demás, en el triángulo formado por las zonas de enterramientos en roca de Valdemorón, La Losa y El Reajo, se aprecian vestigios de asentamientos antiguos, siendo el caso más claro el de la roca de La Losa, sobre la cual, parece que la mitad del terreno se dedicó a necrópolis mientras que la parte más próxima a la carretera pudo ser un poblado primitivo.

Cerro Castejón


También aparece en superficie cerámica abundante en el paraje denominado Fuente Herrando, si bien no apreciamos en dicho lugar señales de asentamiento alguno. En cambio, en una zona muy próxima, a caballo entre los actuales términos de Cuevas de Velasco y Castillejo del Romeral, en el paraje denominado Fuente Higuera, la presencia de cucos de vasijas cerámicas es tan abundante que proclama la existencia de un poblado antiguo. Estos lugares están sin catalogar y sin estudiar. Los aperos de labranza siguen peinando cada año la tierra y esparciendo los restos que pueden aportar noticias de antiguos pobladores.

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